La frecuencia con que a diario tenemos en los principales titulares de prensa de nuestra sociedad y transmitidos en forma masiva, convirtiéndose en viral a través de redes sociales, casos de violencia y asesinatos a mujeres, es en este momento uno de los principales problemas a enfrentar en República Dominicana.
Llevamos años desgraciadamente viendo esta dura realidad, la cual ha ido en aumento de forma descomunal. La situación de pérdidas de vidas en mujeres, especialmente jóvenes, necesita como nunca antes, dada la condición de ambivalencia que vive toda la humanidad, no solo ser enfrentada, sino enfocada y tratada de la forma correcta para poder lograr frenar este hecho que afecta a tantas familias, dejando la secuela de problemas psicológicos en todo los miembros que la componen, de manera especial en los hijos, sin importar la edad de éstos, pero en sobremanera aquellos que se encuentran entre 1 a 6 años, etapa esencial, zapata para el desarrollo de la personalidad del individuo. Son muchas los hogares que en este momento me ha tocado apoyar por conflictos intrafamiliares, centrados en las parejas, donde no necesariamente se da violencia física sino verbal, con daños tan grandes que laceran de manera absoluta el alma de esa mujer quien la vive.

Llevo más de una década evaluando si la definición correcta de este hecho es “violencia de género” o crimen pasional. ¿Por qué me hago este cuestionamiento? Basado en nuestra cultura, donde el hombre no odia a la mujer, al contrario, cuando se producen situaciones en la calle donde se denote irrespeto o abuso hacia esta delante de un hombre, hasta desconocido, es muy común que salga en su defensa manifestando frases como “Lo haces porque es una mujer ¡Abusador! ¡Ven hazlo conmigo!”

El enfoque correcto para poder resolver esta problemática, donde tantas mujeres ya han perdido sus vidas, dejando hijos en orfandad, familias devastadas por pérdida de una hija, no consiste en provocar luchas de poder entre las parejas, más bien se encuentra en hacerles conciencia de que en los primeros amagos se debe buscar ayuda de un profesional de la salud mental. Por lo general, en estos hechos se encuentran presentes trastornos psicológicos y, en ocasiones, psiquiátricos del cónyuge que no es aceptado como tal, no solo por ella, sino por familiares o personas cercanas, que muchas veces ni siquiera entienden que existe. Esto va mucho más allá del machismo.

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