Durante cuatro años estuvo en mi casa ayudándome tres veces por semana en los quehaceres domésticos. Asumió esas condiciones, ya que consideraba era más conveniente por ser casada recientemente (una boda hermosa celebrada por la persona que la crió, mi amiga que tiene negocio de catering aquí en la capital, de quien vino recomendada). En la primera entrevista, lo primero que me planteó fue que asumía ese trabajo, ya que su esposo tenía un negocio de frutas, lo cual no alcanzaba para pagarse su universidad y necesitaba continuar lo que había iniciado, su carrera de psicología escolar. Sumamente educada, puedo considerarla una experta en cocina, pero tenía sus metas claras. Verdaderamente, no hay límites, basta tener disciplina y considerar ser capaz y encaminar pasos en dirección hacia donde quieres llegar.

Tuvo que suspender sus estudios por su primer embarazo, saliendo de mi casa por este mismo motivo unos cuantos meses antes de dar a luz. Siempre mantuvimos interacción, algunos sábados traía la niña, posteriormente el niño. Quedó establecida una relación familiar, tanto así, que cuando decide volver a trabajar, regresa a mi casa, pero ya con dos días, para poder dar término a su carrera, la cual culminó, y hoy está dedicada en dos tandas al ejercicio de ésta en una escuela.

Ejemplo similar, su prima hermana, quien llegó a casa de mi hijo mayor a ayudarle principalmente con el niño, siguió ejemplo, estudiando educación, y hoy también es profesional.

Verdaderamente las barreras y los obstáculos no existen cuando entiendes y buscas lo que necesitas para vencerlos. Al contrario, muchas veces, como lo que me expresaba la joven del primer ejemplo, hace algunas semanas por teléfono, se convierte en motor de arranque para impulsar nuevas cosas. Ella, juntamente con su marido, y además vendiendo una línea de productos de cuidado personal, ahorrando, pudieron culminar la fabricación de su vivienda, haciendo una segunda planta en el techo de su suegra. Sí se puede, pero la vida es un proceso, todo a su tiempo.

Ahora reciente me cuenta que la mayoría de las muchachas de su iglesia, que trabajaban en casa de familia y que fueron retiradas de las mismas por la crisis sanitaria, buscaron alternativas para sustentarse económicamente, dedicándose algunas a ventas de productos a domicilio, otras hasta venta de frutas preparadas y ensaladas en el sector donde viven. Enhorabuena aquellos que se atreven.

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