Durante un par de semanas he estado dando seguimiento todas las noches, al éxodo multitudinario de miles de familias integradas por hombres, mujeres y niños de todas las edades, expuestos al tiempo y todo tipo de adversidad que se les pueda presentar, con la finalidad de salir de Honduras y llegar a Estados Unidos atravesando la frontera con México. He podido observar un fenómeno, y es que las mismas en ningún momento expresan con lenguaje verbal o no verbal temor alguno por lo que pueda ocurrir en dicha travesía, especialmente a los niños y personas mayores que las acompañan. Independientemente se les ayude o no, es un evento sin precedentes, desde el cual, a través de mi óptica, interpreto ya de forma masiva la falta de responsabilidad de los padres y compromiso de velar por la seguridad física y emocional de sus hijos. El niño de hoy será el adulto de mañana, quien formará la sociedad, cuya respuesta conductual va a depender de cómo fue educado dentro del núcleo más pequeño de la sociedad, que es la familia.

El sueño americano, es decir, ir a los Estados Unidos en busca de una mejor vida económica, y ver este como el paraíso terrenal, para nuestros países, llamados “tercermundistas”, ha provocado por largas décadas la emigración de hombres y mujeres jóvenes de nuestro país, de clase socioeconómica menos favorecida, especialmente desde nuestros campos, dejando su trabajo agrícola y comercial, y cambiar abruptamente a una sociedad de nieve, cemento, trenes y silencio, ya que por años son como mudos, debido a que se habla otro idioma. Por asuntos de trabajos solía por frecuencia ir a EE. UU., y desde muy joven me impactaba la forma en que estos vivían, por mucho tiempo trabajando duramente, y viviendo en espacios prácticamente hacinados, gastando lo mínimo, para hacer “papeles” y poder llevar su familia.

¿Qué pasa durante esta etapa, de separación de sus hijos, de todas las edades, dejados con abuelas, tías, tíos, solos con la mamá porque el papá se fue al extranjero o viceversa? Son muchos los hogares que, una vez logrado el sueño de reunificarse, se ha perdido la familia; sin con esto negar el éxito de miles de dominicanos destacados, no solo en esa nación, sino en el mundo. Pero cuidado si en esta búsqueda pierdes lo que fue motivo de la misma.

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