“Si hay algo que cuido es mi alimentación, porque verdaderamente “eres lo que comes”. “Evito la ingesta de alimentos con grasa, carbohidratos; cuido la cantidad de proteínas, con horarios bien llevados. Y algo más, llevo las recomendaciones que hace mi nutricionista: comer varias veces al día en porciones pequeñas”. Este era el tema sostenido entre dos madres jóvenes, meses antes de lo vivido al día de hoy. La otra responde: “No solo cuido mi alimentación celosamente para mantener mi peso, estética y salud, tampoco descuido lo que le doy a los niños, evitándoles el consumo de alimentos que contengan preservativos, colorantes, gaseosa, entre otros. Hay que educarlos desde ya en la importancia que tiene una buena alimentación para una vida sana”. Todo esto está muy bien, sin embargo, no hicieron siquiera mención del elemento básico, más que la propia comida y determinante en la respuesta del organismo para ese bienestar que señalan, y es, qué están haciendo para la buena salud mental, el cuidado de sus emociones y el manejo de éstas en su cotidianidad.

Desde los inicios de esta turbulenta, ambivalente y controversial situación y manejo que se ha ido dando a esta problemática de salud mundial, donde ha sido obvio que el enfoque ha generado una fobia colectiva, incluyendo la clase en cuyas manos está la misma, que son los propios médicos, he tratado de hacerle a entender a mis familiares, amigos , etc, que he estado dando seguimiento y terapia de apoyo y terapia en crisis, de manera virtual y telefónica, sobre las secuelas que dejaría dicha situación, tanto o mayor que el mismo virus, a nivel de serios trastornos psicológicos en los individuos. El alto grado de estrés cotidiano enfrentado en nuestro país por un bombardeo constante de información y desinformación, de forma tal que desde que se levantan hasta que se acuestan, en la mayoría de los hogares solo se habla de COVID-19, ha traído como consecuencia la necesidad de asistencia psicoterapéutica a muchas familias.

Por favor, tratar de, así como en el ejemplo se hablaba de un cuidado extremo en la alimentación, revisar qué ingieren sus mentes, qué escuchan y ven cada día y cómo esto les impacta en sus cerebros. Elimínalo, sácalo, es la mejor forma de poder cuidarte y a los demás a la hora de salir a la calle y actuar coherentemente.

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