Mis padres eran comerciantes, hoy se diría “grandes emprendedores”, ya que sostenían en nuestra comunidad diferentes tipos de negocios, incluyendo la crianza de ganado. Entre estas actividades comerciales, un almacén de venta al por mayor y detalle, el cual cubría a negocios pequeños de todas las zonas aledañas, y, qué no decir, de mi propio pueblo que vivía básicamente de agricultura. Era usual que muchas cabezas de familia tomaran a crédito los alimentos, los cuales, no entiendo cómo podía, pero nuestra moneda era estable, y pagaban con la cosecha en su mayoría. Las siembras eran de ciclo corto, es decir período de tres a cuatro meses, como la habichuela por ejemplo. Se daba un fenómeno, el cual me enseñó a que todo no es ganar y que sí se gana aparentemente perdiendo.

Estudié en la ciudad cabecera de la provincia, retornando cada quince días los fines de semana a mi pequeño pueblo. Mamá se desahogaba diciéndome: “A fulano se le perdió la cosecha. Tu papá me pelea, pero cómo no seguir despachando la comida, si tiene cinco niños, con qué los va a mantener y como va a levantar otra cosecha. Yo le sigo dando, Dios proveerá”. Ella hacía una complicidad con sus clientes agricultores cuando se daba esa situación, de que fueran tan pronto mi papá fuera a hacer la compra y que cogieran para varios días. Así lo hizo siempre.

Tuve una experiencia hace unos años en un funeral, donde se acercó a mi una mujer, más o menos contemporánea conmigo, a darme un abrazo en honor a mi padre, quien le regaló una nevera a su mamá que era de muy escasos recursos, para que hiciera helado, hielo, jugos y así la sustentara a ella y sus hermanos. Su papá era jornalero. ¡El también tenía su forma, sin decirle a nadie!

Estos eran gestos de solidaridad y apoyo, los cuales sembraron un legado entre mis hermanos, hoy transmitido a mis hijos, y así espero mis nietos, que desde ya así se perfilan aun siendo pequeños.

Buen momento para que tú, lector, aproveches y evalúes: ¿Tengo con qué ser solidario? ¿Qué puedo dar? ¿A quiénes? ¿Cómo?
“Siempre les enseñé, y ustedes lo aprendieron, que a los necesitados se les ayuda trabajando como he trabajado yo, y recordando las palabras del Señor Jesús, que dijo: “Hay más bendición en dar que en recibir”, Hechos 20:35

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