Los eventos vividos en apenas cuatro meses en nuestro país y el mundo, sin ser esperados ni avisados, han traído como consecuencia a cada uno de nosotros un impacto tal que las preguntas como “¿Por qué?” “¿Para qué?” “¿Hacia dónde?” “¿Hasta cuándo?”, se han adueñado de la gran mayoría de las personas. El domingo, única vez que he salido a casa de alguien, con todo el cuidado de lugar, donde había dos niños. La niña, tan pronto me alcanza a ver, sale corriendo para abrazarme. Tremenda situación, la cual manejé manteniendo cierto distanciamiento, la cual ella, aun con apenas cinco años entendió. Le digo: “Tranquila, que me vas a ir pronto a visitar”, a lo que automáticamente, con ojos de expectativa infantil, me responde: “¡Sí!… cuando pase el COVID”.

El ser humano reacciona con respuesta de miedo y ansiedad ante situaciones amenazantes. Por ejemplo, un niño de dos años colocado en algún lugar, de cierta altura para él, y le dices “ven”, abriendo tus brazos para sostenerlo, te observa antes de hacerlo con respuesta no verbal, diciendo “papá, cuidado si me caigo”. Todo lo nuevo y desconocido genera temor, pero resulta que, si hay algo nocivo sobre este, es que inhabilita, estaciona, paraliza, evitando pensar y accionar de la mejor y más coherente forma, produciéndose por lo general respuestas conductuales que no son las más acertadas ni las adecuadas para enfrentar dicha situación.

Es tiempo de que nosotros los dominicanos, como siempre, asumamos responsabilidad y actitud de colaborar, dando cada cual desde donde está, de forma individual, lo que puede. El momento histórico vivido al día de hoy, nos ofrece la oportunidad a cada uno de nosotros a asumir con gallardía el cuidado de sí mismo y de su entorno, empezando por el más cercano que es su familia. Llegó el momento de ser verdaderos defensores de nuestro país en la presencia de esta pandemia, la cual va a seguir afectando, dependiendo de cada uno de nosotros. No es asunto de autoridades de salud, es que usted y yo, sin pánico, simplemente con los cuidados sugeridos por nuestros médicos, acostumbrados a tratar problemas serios de salud con los recursos que tienen a la mano y salir victoriosos, entremos en razón. No actúes por miedo, solo por responsabilidad.

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