Las democracias son imperfectas, pero aún constituyen el camino más expedito hacia la convivencia humana, la paz y, sobre todo, a la vida en libertad que tanto anhelamos los seres humanos.
Ahora el mundo afronta serias dificultades a causa de las constantes confrontaciones sociales, políticas y bélicas, matizadas por las enfermedades que siempre azotan a naciones, regiones y al mundo, como ocurre ahora con la pandemia causada por el virus Covid-19, que ha puesto a países y gobiernos en vilo, sin soluciones inmediatas aparentes.

Las apetencias de algunas naciones poderosas de ceñirse la corona del dominio mundial, las situaciones que afectan a otras cuyas libertades han sido conculcadas, donde la calidad de vida de sus habitantes no registra detalles ni cifras favorables, son el más claro ejemplo y enseñarnos realmente a proteger el porvenir de las futuras generaciones.

Lo que ocurre ahora, por ejemplo, en los Estados Unidos, debe abrir los ojos al resto del mundo, para evitar que la libertad conquistada, la democracia, imperfecta, representativa y hasta algo desequilibrada, perezca ante la carga de ambiciones de grupos políticos, económicos, religiosos o de otra especie.

Es tiempo de poner a un lado las pasiones y la ambición desmedida, para procurar un mundo mejor, con menos intrigas, sin enfermedades farmacéuticas y con un verdadero sentido de humanidad.

Los países deben retomar el ejercicio de la protección mutua, para impedir que los corazones malsanos salgan ganando espacio, dañando la especie, destruyendo la naturaleza y cegando la vida, solo para ganar dinero y cumplir sus planes destructivos contra un mundo que solo anhela vivir en paz.

Esta pandemia nos ha dejado una enseñanza que debemos aprovechar. Aprendimos que vivir en confinamiento no es poesía y que nada tiene más valor en la vida, que la libertad. Es tiempo de que empecemos a valorar la diferencia entre vivir libres y simplemente vivir. ¡Nada como la libertad!

Posted in Punto y Coma

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas