Las personas de cierta edad recordamos cuando en la niñez, nuestros padres y los más adultos utilizaban como método de corrección la expresión “ahí viene el cuco” y en qué forma entrábamos en pánico con esta dura amenaza.
Ahora, en pleno siglo 21, la amenaza del Cuco sigue en pie para los dominicanos que, de miedo tenemos que hacer lo que digan los haitianos y aceptar lo que ellos hacen en contra nuestra, porque de otra manera, el Cuco viene.

Trabajamos para ellos, pagamos impuestos por ellos, no tenemos acceso a los hospitales públicos porque ellos son los dueños, están protegidos por 10 mil ONG, que aunque viven y comen aquí, su trabajo es en favor de Haití, porque de ellos viven en la distancia.

La comunidad internacional no presta oído al Gobierno ni a las organizaciones sensatas que, comenzando por el presidente Luis Abinader, han pedido que acudan en favor de ese territorio, para ver si recobra el orden, disminuye su miseria y dejan de ser nuestro Cuco y dolor de cabeza permanente.

Los dominicanos debemos permanecer vigilantes, porque al parecer todo marcha en contra nuestra. Solo tienen que ver como el combustible que pagamos caro y que el Gobierno debe subsidiar, ellos se los llevan sin dejar oportunidad a los dominicanos de suplirse, como pasa con las medicinas y los hospitales.

No veo razón para seguir tolerando esto. O somos dominicanos o no somos nada y pienso que por una vez, debemos volver a ser patriotas y como un solo pueblo reclamar los derechos que tenemos.

En nombre de un humanismo que con nosotros no se practica y de una comprensión que no se comprende, muchos antidominicanos que solo viven para la crítica negativa, no dan tregua, pero tampoco ayudan con el problema. Es tiempo de sellar la frontera y dedicarnos a los nuestros. Ahora está la voluntad y hay que provecharla. ¡Basta ya de abusos. No al Cuco!

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