El problema de Haití se torna cada vez más difícil, no solo para los dominicanos que llevamos gran carga de crisis, sino para otros países de la región que han registrado serios inconvenientes con la irregular inmigración de los vecinos.

El Gobierno dominicano ha sido cauto tratando de contener los efectos devastadores de la inmigración sin control ni moderación y si se asume realmente el filtro en la frontera, pudiéramos tener un respiro en los próximos meses.

El presidente Luis Abinader y los funcionarios que tienen que ver con el tema no deben retroceder en ningún momento en la decisión de frenar ese desorden y los abusos y corrupción que conlleva. Tampoco permitir que ningún organismo regional, continental o mundial y, menos entidades ONG, impongan su criterio y voluntad sobre el país.

Como nación soberana, tenemos el derecho de aplicar las leyes que nos rigen en todo momento en defensa de la seguridad de los ciudadanos y de los intereses nacionales que nos soportan.
Incluso, la construcción del “Muro Fronterizo”, debe ser una prioridad del Gobierno tan pronto el país tenga un reposo con la pandemia y se alcance la recuperación, más o menos equilibrada de la economía nacional.

El país no debe continuar en constante zozobra con el problema haitiano y, ahora que se ha puesto de la manifiesto la voluntad de un presidente para darle el frente, tenemos que aprovechar y apoyarlo. Todo ciudadano consciente, que le duela su país, debe contribuir con el rescate de la nación.

El Gobierno no debe dar un paso atrás, ni para tomar impulso, porque de cada tres personas que vemos en las calles, dos son haitianos sin rumbo ni destino cierto. Protejamos el país y las generaciones futuras. ¡Viva la Patria!

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