Aunque a muchos no les agrade, cuando las cosas se hacen para bien de la mayoría hay que respaldarlas y en el caso particular del muro en la frontera, debemos sentirnos bien, porque al final de la obra tendremos un gran respiro con la inmigración descontrolada de haitianos.

La decisión del presidente Luis Abinader de acudir a la frontera provocará, por un buen tiempo, opiniones encontradas y comentarios de prohaitianos que no cesan en su afán por que se unifique la isla con un interés ulterior.

Sin embargo, esta decisión permitirá reducir el contrabando el robo de ganado, de productos agrícolas y frutales que cruzan por la frontera, algunas veces en connivencia con militares desaprensivos, que piensan más en unos pesos que en el bienestar de su país. Ellos también deben aprender a valorar el sacrificio de nuestros patricios.

Es cierto que con el muro no basta, pero es un mecanismo de control y una prueba valiente de que la soberanía del país tiene dolientes y gente preocupada por la preservación de la nacionalidad y el legado de Duarte, Sánchez, Mella y Luperón.

La decisión está tomada y ahora se requiere de un esfuerzo en la vigilancia para evitar los negocios sucios, incluyendo la trata de personas, el trasiego de armas y sustancias prohibidas, incluyendo productos que afectan seriamente al fisco, porque no pagan impuestos.

El país debe dar un voto de confianza al presidente Abinader por esta valiente decisión y recordar que nuestros genuinos intereses están de este lado del muro, porque primero debemos ser dominicanos, y luego pensar en los intereses de otros.

Siempre hemos defendido el muro y todo buen dominicano debe hacerlo, sobre todo, aquellos que padecen en los pueblos fronterizos, los desmanes de cuatreros, delincuentes comunes y enemigos viscerales de la patria. El muro será una realidad y mi voto de confianza está sellado y firmado.

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