Conocí al presidente Luis Abinader hace años, a través de su ilustre padre don José Rafael Abinader y aseguro que, en sus ideas primarias sobre el valor e importancia del ejercicio de la política, salían expresiones positivas con miras a la construcción de un mejor país y al logro de una República sana.

Posteriormente, aunque en la distancia, seguí con detenimiento su proyecto en la certeza de que un día llegaría a ser un gobernante con ideas renovadas, sin lujuria, ambición de lucro ni hambre acumulada, porque jamás conoció en carne propia el horror de la miseria.

Al llegar al poder en 2020, en el marco de una terrible pandemia y con una economía sangrada por todas las arterias, el joven mandatario asumió con valentía, gallardía y decisión, pero sobre todo, con la idea de brindar a los dominicanos los servicios de la administración pública en el marco de la mayor plataforma ética y moral, cosa que en política es muy difícil, porque hasta con las sábanas de Dios se arropan muchos diablitos.

Nunca hemos sido lambón ni adlater de ningún político, pero el presidente debe abrir bien grande los dos ojos en la mayoría de las instituciones que conforman la administración del Estado, para poner un alto a los mafiosos y negociadores con las ayudas que se ofertan a la familia en los programas de asistencia social, el saneamiento de los terrenos del CEA, donde parece que el juego de azar solo cambia de dueños.

De igual manera, en este año preelectoral, los cambios estructurales deben producirse en esas áreas neurálgicas de la gobernabilidad del Estado, en Medio Ambiente con los inspectores corruptos y con los falsos profetas de la política.

El país ha entrado en una nueva etapa del ejercicio público y, no es posible, que se permita que volvamos a ser vendidos por libras a intereses espurios, que el narcotráfico y la corrupción inmigratoria, se traguen la esperanza de tantos dominicanos honestos que, aún sentados en la fe, anhelan un presidente honesto.

Febrero y mayo de 2024 están cerca, y los dominicanos que realmente amamos la patria, precisamos de un presidente con voluntad y decisión. No hay tiempo para aguardar.

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