Si casi todos estamos tan de acuerdo en su impacto, ¿por qué tan pocos le dan importancia debida a la hora de darla?

Es mucho lo que se habla de la primera impresión. Estudios arrojan resultados sobre cómo solo el 7% lo damos con el contenido de nuestras palabras. El resto es lo que se ve (más del 50%) y lo que se interpreta de lo que se dice, el lenguaje paraverbal.

Hoy nos ven tanto que es difícil pasar desapercibidos. No importa si queremos caer bien o si no nos importa, podemos no dar la primera impresión que deseamos.

–¿Cómo así, Diego Sosa?

Es que no somos monedita de oro para gustarles a todos. Hay personas complicadas y otras que son raras, existen los envidiosos y así. No hay que preocuparse por caerles bien a todos. Lo importante es dar la impresión que deseamos.

Por ejemplo: Una persona que esté aparentando ser exitosa debe mostrar un éxito coherente. No es el dinero que gaste, sino su bienestar el que definirá su éxito ante los demás. Algunos se preocupan mucho por la apariencia financiera visual, compran cosas caras. Pero se les escapan muchas cositas en sus declaraciones públicas y los fondos de sus fotos.

Quien va a buscar empleo no tiene que lucir despampanante, sino acorde a lo que se espera. Y sus redes deben también estar en consonancia. Si no las tiene abiertas mejor. Pero, a los que acepte, le estará permitiendo construirse una imagen con solo una pequeña parte de la realidad.

Algunos creen que lo que hacen en su vida privada no le debe importar a quien los contrata. Yo pienso ligeramente diferente, mi filosofía es que somos una persona, aunque jugamos varios roles. Si me muestro perdiendo el control gracias a la bebida, muestro algo que quien me contrata no quiere ver. Aunque nunca lo vaya a perder en mi lugar de trabajo. Pero la impresión que doy no es la mejor.

¿Puedes verte y revisar qué impresión te causarías? De ser necesario, puedes ajustar algunas cosas.

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