La vida no es la vejez, ni es la juventud, no es la sabiduría ni los placeres o las riquezas, tampoco las cosas de esta existencia, ella es más que su significado y su propósito, más que nuestros logros y conquistas, y mucho más que nuestras fascinantes experiencias. Tiene su origen y su final en el autor de ella. Jesús demostró tener el poder de ponerla a favor nuestro y volverla a tomar. La enfrentó a la misma muerte y se levantó airoso de ella. Su muerte nunca ha sido un asunto de religión, sino de vida, demostrando ser quien dijo ser: “Yo soy la resurrección y la Vida, el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá”. Su resurrección es la garantía de la nuestra!

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