Tus convicciones pueden llevarte más lejos que tus relaciones, agradece a Dios por los valores que te coronan y los principios que te mantienen en pie. No te avergüences de ser quien eres aunque tus recursos no te alcancen para brillar con los filtros del momento. Dios favorece al que le place y bendice al que le cree, pero su comunión íntima es con los que le temen. Déjame decirte que una confrontación oportuna es mejor que un reconocimiento tardío. La opinión de la gente no es relevante ante mirada de Dios. Mientras el orgullo nos lleva a la terquedad e insensibilidad, la humildad nos entrena para persistir en lo que conviene. Recuerda que nadie puede derrotar a quien no se rinde ni doblegar a quien se humilla ante Dios.

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