2da. Corintios 3:18 plantea una impactante enseñanza sobre mirar al Señor a “cara descubierta”. Cuando nos contemplamos en el espejo de Dios, su Palabra, observamos lo que verdaderamente somos y hemos de ser. Allí nos vemos tal cual Él nos ve, sin embargo, al mirarnos a través de otros ojos, nuestra visual pasa a ser vaga refracción, puro espejismo. Solamente Su luz nos proyecta sin distorsión alguna.
La adversidad, es el espejo que rebota las imágenes de los cobardes, a su vez, muestra lo que llevamos dentro, en lo que nos hemos transformado y el potencial por desarrollar. Cuando Dios quiere que el mundo vea lo que vales para Él, permite ciertas pruebas, así el fuego revelará el oro que llevas dentro.