Un milagro puede ser el resultado del encuentro de tu necesidad con la misericordia de Dios, pero también la respuesta de un Dios que se ríe ante la lógica de algunos. Los milagros que se acomodan imponentes tras la acalorada lucha de un corazón, terminan desafinando y crujiendo en las mentes incrédulas que buscan poner nombre a sus abismos internos. Dios conoce que creer puede llegar a producir hasta un sangrado en el corazón, el ha visto las cicatrices de la desilusión y las heridas abiertas que laten como punzadas. El dolor no es opcional, en este mundo seremos afligidos, pero tu respuesta ante ello es la lectura que el mundo dará al libro de vida que eres. La fe puede tener un alto precio, pero la incredulidad te arruinará.

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