He visto dos tipos de actitudes: los que ante una decisión dicen “voy a esperar la respuesta de Dios” y los que dicen “esto es lo que Dios espera de nosotros”, entonces actúan sin demora. Hay quienes “se envían y autopromueven” y quienes esperan ser enviados, quienes compran el favor y quienes lo desprecian. He visto los que callan para no arriesgarse pero arriesgan a otros y los que toman riesgos para evitar males peores. Juzgar algunas de estas conductas sería como ejecutar a un inocente o encarcelar a un anciano… El liderazgo eficaz requiere de actuar bajo la luz de lo bueno, lo sensato, lo correcto y lo oportuno. Sepamos pues que la voluntad de Dios es siempre buena, agradable y perfecta, entiéndase bien, bíblicamente correcta, no políticamente correcta.

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