Algunos, en vez de entrar de lleno a su propósito, comienzan coqueteando con él, andan por la periferia evadiendo el engranaje, forzando el empujón divino hacia las aguas.
Dios instruyó a Josué para llevar el arca hacia Canaán, pero cruzar el Jordán requería que los sacerdotes no solo deberían mojarse los pies, sino avanzar por las aguas. Dios no las abrió hasta entonces.

Muchas cosas no pasan porque Él sabe que estamos en coqueteo, aparentando, en la orilla de las decisiones, aprovechando todas las ventajas y oportunidades del momento. Los maduros no coquetean con el pecado, ni con el pasado y menos con el propósito. Sabes, Dios no come cuentos, el riesgo es el impuesto de los que viven por fe. Cuando el riesgo es grande el beneficio es superior.

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