Sin darnos cuenta vivimos vidas basadas en cumplir expectativas ajenas, superando sus estándares, no los propios, dejando de ser quienes debemos porque no hemos entendido que somos únicos, con un propósito único y de paso, lo que a tantos les cuesta entender, que somos libres, nacimos para volar, para ser amplios, inmensos, genuinos en todo el sentido de la palabra. Estar en paz con los demás y sus expectativas sobre nosotros requiere de estar primero en paz con lo que queremos y aquello que Dios espera de nosotros. Si no sucede así, entonces, mientas avanzamos una sombra de duda nos perseguirá hasta alcanzarnos. Hoy refina tus decisiones y tu visión, tu futuro es el espejo que te desafía a ser coherente con tus anhelos, no el espejismo de la gente.

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