Una vez un joven preguntó a su pastor ¿Cuál es mayor elogio que deberíamos dar a Dios? Éste, sin pensar dos veces, dijo: “decir que Dios nunca se ríe” y no añadió más… Intrigado, el joven salió a indagar sobre esa extraña afirmación, buscando respuesta en otros líderes; finalmente uno de ellos le explicó: Hijo, si vienes a mí después de pecar o perjudicarme, me pides perdón, aseguras que no volverá a pasar y luego, vuelves a las mismas varias veces, dejaré de tomarte en serio y simplemente me reiré de tus promesas huecas. Pero sabes, Dios no se ríe de nadie, puedes acudir pidiendo perdón una y otra vez y creerá en ti absolutamente! Dios conoce cómo somos pero sabe cómo podemos llegar a ser llenos de su amor!

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