Tal como un águila vuela sobre la tormenta, tú debes pensar más alto que la adversidad que te visita, discernir por encima del plan que te puso en apuros. Sus distracciones son maquinaciones que quieren envolverte en el torbellino de la sinrazón y quitar tu vista del horizonte. Aunque un poco más al norte haya cielos despejados, si no te mantienes en el propósito encallarás entre dos islas de arena. Subirte en los hombros de Dios es buscar “lo que Él piensa del asunto, su plan”. Él tiene una salida para cada laberinto, paz.

No fuiste diseñado para ser llevado por los vientos sino que los vientos fueron diseñados para moverse bajo el comando de su voz. Cuando eres un águila no temes cruzar el río. Solo elévate aun más.

Posted in Rosas para el alma

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