Espera con paciencia la lluvia tardía, Dios no está lejos de ti. Fuera de tu manera de pensar y tus circunstancias, hay otras. No todo lo que llega a tu vida necesariamente entrará por la puerta prevista, o la razón por la que algo tarda o no es como esperamos o como lo piensas, miles de factores inciden y operan para cambiar las cosas. No obstante, Dios sigue a cargo, indefendible, imperturbable; mientras sucesos vienen y van, tú continúa moviendo la rueda de la fe, doblándole el pulso a la adversidad. Lo que esperas, debe encontrarte fuerte, tampoco frustrado, perturbado o cansado, jamás afligido o nervioso y nunca resignado, por desesperación. Son los que “creen bien” quienes saben esperar, ¡y al que sabe esperar todo lo bueno le llega! ESFUÉRZATE.