No subestimes al amor de Dios por ti, mucho menos su capacidad de sorprenderte. Sus respuestas serán siempre deslumbrantes y contundentes. De tu momento más oscuro Él dispuso que de ti salga una luz y brote tal sabiduría como nunca antes surgió, ni siquiera en tu mejor momento vivido. Esa es su gracia inigualable y predeterminada para cada hijo. El punto es, ¿cómo pasar de una mentalidad transaccional, donde nada es incondicional, a una de gracia inmerecida, excesivamente rica en misericordia, nobleza y libertad? ¿Cómo es posible, si de tantas veces rasgarse el alma y romperse el corazón los pedazos no encajan? ¿Cómo aceptar tanto detalle y perfección si desajusta en nuestra realidad? Porque en Cristo las crisis no te definen, te refinan. Su gracia remedia todas las tragedias.

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