Alguien dijo que “para portar fuego de Dios, es necesario atravesarlo”. Mientras la norma por excelencia es huir del fuego, del problema, abandonar los desafíos, evadir luchas, porque todos quieren ser exitosos en la zona de confort, triunfar sin necesidad de experimentar, ascender sin padecer, discernir sin asimilar, conocer sin investigar y no se puede quedar amar sin sufrir. Pero no hay gloria sin cruz ni evangelio sin Cristo. Cuando Dios decide exhibir lo que vales le permite al fuego revelar el oro que llevas dentro. Dios en su soberanía ha determinado que atravesemos ciertos fuegos para mostrar que los obedientes no se queman en las pruebas, que hay fuegos para perdición y también para purificación, pero que lo único que pasa por el fuego sin quemarse es la verdad.

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