Para que Abraham y Sara heredaran las promesas, el Señor operó profundamente en sus mentes y corazones, cambió su historia para que pudieran ser los pioneros de una fe muy particular, en un mundo que de no ser por su ejemplo, jamás entenderían la fe genuina. Dios tiene oculta la puerta de tu bendición para que sea tu fe la que te la muestre. Tal nivel de fe que no solamente abraces una promesa, sino que antes hayas abrazado muchas veces al Dios que prometió. Dios anhela que no te quedes solo con una gran bendición, sino con una relación enorme con Él y que, finalmente, hayas aprendido además de “creer para poseer”, a “creer para ser” la gran persona que Dios determinó, porque ser bendición supera el ser bendecidos.

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