QuÉ desafortunado es andar con la cabeza en el pasado y el corazón en el futuro, porque es ingenuo creer que lo que puede suceder no será influenciado por lo que estoy pensando. Estar anclados a viejos logros y frustraciones no monetiza como inversión de proyectos futuros, sólo devaluará las nuevas posibilidades. Ahora bien, tener la mente en el futuro y el corazón en el presente es estar mirando al objetivo mientras te sacrificas para alcanzarlo. Si bien es cierto que la mirada llega primero que las pisadas, también sabemos que el corazón puede reconocer lo que debe sacrificar para alcanzarlo. Sincronizar mente y corazón significa creer que el pasado no se reflejará negativamente en el futuro porque en el presente Dios lidera nuestras decisiones y gobierna las debilidades.

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