La preocupación no es definición, es causa de distracciones e indecisiones, y el valle de la indecisión es el lobby de la depresión. La distracción sin corrección nos empuja a la destrucción. La preocupación como otras prisiones, nos encadenan a la conformidad estéril; mas la fe a la reacción que fecunda la oración y atrapa la solución. Ora, quien de Dios espera, no desespera.

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