El pasado es pesado cuando las heridas siguen frescas. El futuro es para quienes sanaron. No confundas lo que pasa mientras el calendario corre, con lo que corre mientras el corazón juzga. Las mentiras pesan más que las heridas, te endeudan con la verdad al punto que tu deuda es tan pesada como tu dolor. Recuerda, las personas heridas hieren, y la profundidad de esas heridas crean la distancia que el orgullo ensancha colocándolas entre la voluntad de Dios y sus sentimientos, entre su dolor y su futuro. El cambio que no decides hoy no formará parte de tu mañana. Dios, quien ve el presente, el futuro, y lo profundo del corazón, también ve tu bien. Entiende esto, tu posición siempre tendrá un pasado, tu propósito siempre tendrá un futuro.