Un aspecto esencial que se desprende de la confirmación del presidente Luis Abinader en el sentido de que buscará la reelección es que, de hecho, con su decisión se configura el panorama electoral hacia la cita de mayo próximo, toda vez que de ese modo ya se tiene casi defina la punta de la boleta para esa consulta.

Digo casi para no ser tan categórico, pues el comandante en jefe no se puede considerar candidato hasta tanto concluya el tramo obligatorio del certamen interno del Partido Revolucionario Moderno (PRM), lo cual tendrá lugar en octubre, conforme lo establece la legislación sobre la materia.

Sin embargo, creo que dicho tramo es una mera formalidad, pues si bien en el partido oficialista compiten otras dos opciones—Guido Gómez Mazara y Ramón Alburquerque—, las probabilidades de que derroten a Abinader resultan significativamente reducidas.

No lo digo por restar méritos a ambos dirigentes que son de mi afecto y tienen sobradas credenciales, sino porque el incumbente en afanes de continuidad es improbable que sea derrotado en su propia organización.

Sobre esta cuestión discutí en su momento con seguidores de Danilo Medina cuando este competía contra el presidente Leonel Fernández por la nominación del Partido de la Liberación Dominicana de cara a las elecciones de 2008, y lo reafirmo ahora en el caso de la contienda interna del PRM.

Si se diera el caso de que un adversario interno derrotase al presidente, este debería renunciar, pues su capacidad de aglutinar como líder de la nación quedaría hecha trizas.

Por consiguiente, al anunciar que optará por ser repostulado en la interna del PRM, en la práctica el presidente Abinader—como apunté arriba—ha perfilado el escenario hacia 2024, y hasta que surjan imponderables, está fraguado entre Luis, Fernández, por la Fuerza del Pueblo, y Abel Martínez por el PLD.

Aunque ha de presumirse, asimismo, que en los partidos llamados emergentes surgirán opciones presidenciales, pero indudablemente que el cobre se batirá con los tres citados.

En una entrega anterior abordé el tema sobre la certeza de que el mandatario sería el abanderado del PRM, en el entendido de que de ser lo contrario, el oficialismo habría estado proyectando eventuales figuras de relevo. Y es que en la política los procesos se perfilan.

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