Ciudades sísmicamente resilientes

En la semana que recién termina, cientos de miembros del Instituto de Investigaciones de Ingeniería Sismo Resistente (EERI), institución que agrupa a profesionales que en diferentes partes del mundo nos dedicamos a reducir la vulnerabilidad y el…

En la semana que recién termina, cientos de miembros del Instituto de Investigaciones de Ingeniería Sismo Resistente (EERI), institución que agrupa a profesionales que en diferentes partes del mundo nos dedicamos a reducir la vulnerabilidad y el daño sísmico, nos reunimos en la ciudad de Portland, del Estado de Oregón, Estados Unidos, para pasar revista al punto en que estamos en materia del conocimiento de nuestros riesgos sísmicos, los avances en la reducción de esos riesgos tomando en cuenta las respuestas sísmicas de los diferentes tipos de suelos y de las diferentes estructuras, y la preparación de las ciudades y de la población para incrementar los niveles de resiliencia (capacidad de volver prontamente a la normalidad luego de un evento desastroso).

De igual modo, en la presente semana, la Sociedad Dominicana de Geología ha de celebrar su Congreso Nacional de Geología Aplicada, donde uno de los 4 ejes fundamentales a tratar será precisamente el riesgo sísmico en la República Dominicana y el nivel de conocimiento y de entendimiento que nuestros ciudadanos, nuestros constructores y nuestras autoridades tienen en relación al riesgo sísmico de nuestro territorio y la importancia capital de que para los diseños de nuestras estructuras, principalmente escuelas, hospitales, iglesias, torres multifamiliares, presas y puentes se coloque en primer lugar la interacción entre el terremoto, los suelos, las fundaciones y las estructuras levantadas sobre esos suelos, a los fines de contar con ciudades resilientes.

Durante décadas muchos ingenieros estructuralistas ponían gran empeño en convencer a la sociedad de que un edificio sismo resistente es aquel que no colapsa al momento de un fuerte terremoto, aunque luego del terremoto sea necesario demolerlo por el alto nivel de daños estructurales, pues, según ellos, el criterio básico es salvar las vidas de quienes ocupan el edificio aunque no se pueda salvar el edificio, sin embargo, siempre escribimos y dijimos que estábamos en total desacuerdo con ese criterio, ya que en nuestra opinión un edificio sismo resistente es aquel que resiste exitosamente las máximas aceleraciones y las máximas fuerzas tangenciales producidas al momento del máximo terremoto esperado para una determinada región y donde los daños sean tan mínimos que el edificio pueda ser ocupado prontamente con toda seguridad para la gente, y que esos pequeños daños puedan ser reparados tranquilamente en 3 a 6 días, criterio que hoy día está tomando cuerpo a lo interno del EERI para lograr la resiliencia de las ciudades con muy alto riesgo sísmico.

Estados Unidos, un gran país que espera un gran terremoto en su costa oeste, está permanentemente revisando sus estructuras y actualizando sus códigos de construcción para lograr que todas sus ciudades levantadas sobre territorios sísmicamente activos sean resilientes, en interés de que el impacto sísmico sea el menor posible, las pérdidas de vidas sean mínimas y los daños estructurales sean insignificantes y reparables en pocos días, principalmente en edificios habitacionales, edificios públicos, líneas eléctricas, puentes, redes de acueductos y servicios de combustibles; sin embargo, en la República Dominicana seguimos viviendo de espaldas al riesgo sísmico y de espaldas a la resiliencia sísmica, y usted no ve a ningún funcionario gubernamental de alto nivel referirse a la necesidad y obligatoriedad de que todas las estructuras hospitalarias y escolares deben ser sismorresistentes, ni mucho menos referirse a la mala calidad de muchas de nuestras estructuras, formales e informales, incluyendo algunas escuelas nuevas cuyas paredes perimetrales se caen con simples lluvias estacionales, y donde hasta fue necesario que batalláramos públicamente durante un mes en contra de una decisión del Ministerio de Educación que autorizaba construir una escuela piloteada en la margen pantanosa del río Ozama, simplemente para complacer a un sacerdote Católico que había pedido una escuela donde el sentido común dice que es absurdo.

Cada día son más los profesionales de la sismicidad y de la construcción que comienzan a entender y aceptar que la respuesta sísmica de cualquier estructura de ingeniería depende fundamentalmente de la respuesta inmediata del tipo de suelo donde se ha levantado la construcción, y que la respuesta sísmica de ese suelo en los primeros segundos del sismo es una función directa de la velocidad de propagación de las ondas sísmicas de corte (Vs) a través de ese suelo, ya que en los suelos flexibles las ondas sísmicas de corte viajan muy lentamente y se amplifican, provocando graves daños y colapsos en aquellas estructuras diseñadas y construidas sin tomar en cuenta esas bajas velocidades de las ondas sísmicas, mientras que en las rocas rígidas las ondas sísmicas de corte viajan muy rápidamente y no se amplifican, por lo que siempre hay buenas respuestas sísmicas de las edificaciones levantadas sobre rocas rígidas, lo que indica que ese criterio ha de ser fundamental para lograr construir ciudades sísmicamente resilientes.

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