I
Iglesia, cuidado con el partidismo y la corrupción
“La Iglesia es la comunidad de cristianos que adora al Padre, va en el camino del Hijo y recibe el don del Espíritu Santo. No es un partido político. ‘No, no decimos partido, sino… Un partido solo de católicos’: no sirve y no tendrá capacidad de convocatoria, porque hará aquello para lo que no ha sido llamado”.

“Es un martirio diario: buscar el bien común sin dejarse corromper”.

“Frente a la cultura de la ilegalidad, de la corrupción y del choque, ustedes están llamados a dedicarse al bien común, también mediante el servicio a la gente que se identifica con la política” (Encuentro con la Comunidad de Vida Cristiana de Italia y algunas escuelas de espiritualidad ignaciana, 30 de abril 2015).

II
Oración y postura profética
“Jesús crucificado, refuerza en nosotros la fe que no cede a las tentaciones, reaviva en nosotros la esperanza que no se desvía siguiendo las seducciones del mundo, custodia en nosotros la caridad que no se deja engañar por la corrupción y la mundanidad. Enséñanos que la Cruz es el camino a la Resurrección” (Oración Completa del Papa Francisco, al concluir el vía crucis en el Coliseo Viernes Santo, 3 de abril 2015).

“Sin pretender interferir en los asuntos temporales, la Iglesia debe reafirmar, sobre todo ante los que están en posiciones de liderazgo y poder, aquellos principios morales que promueven el bien común y la edificación de la sociedad y en el cumplimiento de su misión apostólica debe adoptar una postura profética en defensa de los pobres y en contra de toda corrupción y abuso de poder” (Discurso en la Visita Ad Limina Obispos de Kenia, 16 de abril 2015).

III
El peligro y tentación de la corrupción en la Iglesia
“Por ejemplo: nosotros gestionamos este ‘palacio’ (la Casa Santa Marta), pero las cuentas están todas controladas, para evitar la corrupción. Porque existe siempre la corrupción en la vida pública. Sea política o religiosa. Yo recuerdo que una vez con mucho dolor he visto –cuando Argentina bajo el régimen de los militares entró en guerra con Gran Bretaña por las Islas Malvinas– que la gente daba cosas, y he visto cómo muchas personas, también católicos, que eran encargados de distribuirlas, se las llevaban a casa”.

“Existe siempre el peligro de la corrupción. Una vez hice una pregunta a un ministro de Argentina, un hombre honesto. Uno que dejó el encargo porque no podía estar de acuerdo con algunas cosas un poco oscuras. Le hice una pregunta: Cuándo ustedes envían ayuda, sea comida, sea ropa, sea dinero, a los pobres o a los indigentes: de aquello que envían, ¿cuánto llega allí, sea en dinero o en gastos? Me dijo: ‘el 35 por ciento’. Esto significa que el 65 por ciento se pierde. Es la corrupción: una parte para mí, otra parte para mí” (Entrevista Revista Callejera, 6 de noviembre 2015).

“Siempre está en la Iglesia la tentación de la corrupción. “Sucede cuando la Iglesia, en lugar de estar apegada a la fidelidad al Señor Jesús, al Señor de la paz, de la alegría, de la salvación, cuando en lugar de hacer esto está apegada al dinero y al poder”.

“La fuerza de Jesús era su palabra, su testimonio, su amor. Y donde está Jesús, ¡no hay lugar para la mundanidad, no hay lugar para la corrupción!” (Homilía Misa Casa Santa Marta, 20 de noviembre 2015).

IV
El pecado y la corrupción
“Un corrupto no siente necesidad de pedir perdón, porque le basta el poder sobre el que se basa su corrupción”.

“Hagamos hoy una oración por la Iglesia, comenzando por nosotros, por el Papa, por los obispos, por los sacerdotes, por los consagrados, por los fieles laicos: ‘Pero, Señor, sálvanos, sálvanos de la corrupción. Pecadores sí, Señor, lo somos todos, ¡pero corruptos jamás!’. Pidamos esta gracia” (Homilía Misa Casa Santa Marta, 29 de enero 2016).

“Se necesita una gracia especial para cambiar el corazón de un corrupto. Y David, que tenía el corazón noble, dice: ‘¡Ah, es verdad: he pecado!’, y reconoce su culpa. ¿Y qué cosa dice Natán? ‘El Señor perdona tu pecado, pero la corrupción que tú has sembrado crecerá. Tú has matado a un inocente para cubrir un adulterio. La espada jamás se alejará de tu Casa’. Dios perdona el pecado, David se convierte, pero las heridas de una corrupción difícilmente se curan. Lo vemos en tantas partes del mundo” (Homilía Misa Casa Santa Marta, 1 de febrero 2016).

V
El corrupto es un seguidor del diablo
“La corrupción es la peor plaga social. Es la mentira de buscar el provecho personal o del propio grupo bajo las apariencias de un servicio a la sociedad. Es la destrucción del tejido social bajo las apariencias del cumplimiento de la ley. Es la ley de la selva disfrazada de aparente racionalidad social. Es el engaño y la explotación de los más débiles o menos informados. Es el más craso egoísmo, oculto detrás de una aparente generosidad”.

“La corrupción está generada por la adoración del dinero y vuelve al corrupto prisionero de esa misma adoración. La corrupción es un fraude a la democracia, y abre las puertas a otros males terribles como la droga, la prostitución y la trata de personas, la esclavitud, el comercio de órganos, el tráfico de armas, etc. La corrupción es hacerse seguidor del diablo, padre de la mentira”.

“Una de las condiciones necesarias para el progreso social es la ausencia de corrupción”. “Puede suceder que los empresarios se vean tentados a ceder a los intentos de chantaje o de extorsión, justificándose con el pensamiento de salvar la empresa y su comunidad de trabajadores, o pensando que así harán crecer la empresa y que un día podrán librarse de esa plaga”.

“Puede ocurrir que caigan en la tentación de pensar que se trata de algo que todos hacen, y que pequeños actos de corrupción destinados a obtener pequeñas ventajas no tienen mayor importancia. Cualquier intento de corrupción, activa o pasiva, es comenzar a adorar al dios dinero”(Discurso audiencia con miembros de la Asociación de Empresarios Católicos).

Conclusión

CERTIFICO que todas las citas son textuales, tomadas de las intervenciones del Papa Francisco en los años 2015-2016.

DOY FE, en Santiago de los Caballeros a los ocho (8) días del mes de febrero del año del Señor dos mil diecisiete (2017). l

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