Corrupción e impunidad

IntroducciónNos ha impresionado a todos o casi a todos la “Marcha contra la impunidad” del domingo 22 de enero 2017. Por supuesto que está ligada a la realidad de la corrupción. Cuando se preparó dicha marcha,…

Introducción

Nos ha impresionado a todos o casi a todos la “Marcha contra la impunidad” del domingo 22 de enero 2017. Por supuesto que está ligada a la realidad de la corrupción. Cuando se preparó dicha marcha, aun no estaba sobre el tapete “los sobornos de Odebrecht”, que, sin lugar a dudas, pasarán a la historia con un capítulo aparte dentro del tema de la corrupción. Estos sobornos se unieron a las realidades de la “impunidad” y “la corrupción”. Se recordará durante mucho tiempo este acontecimiento y las realidades que lo motivaron y, tal vez, sigan motivando para otras marchas o acciones parecidas.

Repasando el Magisterio de la Conferencia del Episcopado Dominicano sobre esta temática la descubrimos presente a lo largo de todo su Magisterio. Es algo que impresiona.

Notemos, de manera particular, sus Documentos: “Reflexiones sobre la corrupción” (1975) y “Reflexiones de Adviento” (1986), dedicados solo a la corrupción, junto a unas cuarenta referencias mas en otros tantos documentos.

Esta constatación la confirman los mismos Obispos, cuando afirman: “Otra temática que hemos abordado en la mayoría de nuestras Cartas Pastorales y Mensajes, es la de la corrupción imperante, muchas veces en el manejo del erario público debido a la inescrupulosidad y mediocridad de políticos y funcionarios públicos, y en el sector privado, debido al espíritu de lucro fácil y la falta de principios éticos. Hacemos un llamado a seguir demandando e inculcando los valores en la conciencia nacional. Muy especialmente hay que enfatizar el de la honradez, el trabajo, la honestidad, el sentido de justicia, el respeto a la propiedad privada y al derecho ajeno legítimamente adquirido, el valor del diálogo ciudadano, la equidad, la justicia social y el bien común”.

Nótese cómo los obispos no solo recogen, ya en esta cita, la triste realidad y la denuncian, sino que proponen u ofrecen soluciones para este mal.

He aquí, pues, de la amplia documentación o reflexiones de la Conferencia del Episcopado Dominicano sobre la corrupción e impunidad, siete temas específicos.

I. Raíces de la corrupción
“Nada resiste a la corrupción humana: ni la altura de los ideales primeros; ni la consistencia de las empresas logradas; ni la vastedad de los imperios; ni los medios de toda clase acumulados; ni la severidad de las leyes promulgadas; ni la rigidez de los sistemas defensivos establecidos; ni los mayores mecanismos represivos ideados.

La historia de la humanidad, maestra de la vida, no es otra cosa, bajo este aspecto, que un impresionante catálogo de cataclismos y ruinas causados por la corrupción humana. Siempre que ésta no fue frenada y destruida, terminó por arruinar lo mejor y lo que parecía que iba a durar más. Triste condición del hombre la de su capacidad de destrucción, por debilidad ante el vicio y el mal.

Analizando la raíz de la profundidad y eficiencia destructiva de la corrupción, tenemos que decir que ésta reside primordialmente en la fijación del hombre, ya sea como individuo o como grupo, en su propio interés, beneficio y ambición, no importa a qué precio.” (Reflexiones sobre la corrupción, 1975).

II. Corrupción y egoísmo
“La corrupción desarrolla y robustece el sórdido egoísmo humano; incapacita al hombre para el amor al otro, para la entrega a los demás en servicialidad, para el respeto al derecho ajeno, para el sacrificio, para la generosidad, para la magnanimidad, para la nobleza de pensar, para los goces del espíritu, para la colaboración noble con otros en empresas superiores, para la identificación con los que sufren y padecen por egoísmos ajenos, condiciones todas necesarias para que la sociedad, la comunidad humana en la que se refleja todo bien, surja, se desarrolle y se perfeccione constantemente. El egoísmo, que en su desenfreno llega a adoptar la forma de la corrupción, de la violencia, del atropello, del irrespeto a la vida humana y a los demás derechos del hombre, es y será siempre cáncer de la sociedad. El corrupto es capaz de las mayores infamias.

Lo triste, sin embargo, es que el hombre está inclinado a la corrupción. Algo que peligrosamente nos amenaza siempre y nos tienta. ¿No hemos oído repetir frecuentemente entre nosotros que nadie es honesto hasta que pudiendo “aprovecharse” y solucionar así los problemas de su vida sigue siéndolo, continuamente en su pobreza o dificultad? Y todavía a estos dominicanos fuertes y dignos los llaman cobardes, necios y débiles para no consignar aquí expresiones más peyorativas y viles.

Tal inclinación habría que buscarla en la instintiva orientación que tenemos todos al egoísmo y al rechazo de todo esfuerzo constante sin mucho rendimiento y al disfrute fácil de tantas necesidades artificiales que ha creado la sociedad de consumo” (Idem).

III. Para vencer la corrupción
“La corrupción es un modo seguro de adquirir todo o gran parte de lo que ambicionamos rápidamente y sin esfuerzo mayor, tentación grande para la debilidad humana. Es necesario para vencerla tener el espíritu muy alto y muy firmes los criterios rectos.

De aquí el empeño que debemos poner en cultivar siempre en nosotros los valores superiores del espíritu. ¿Qué se puede esperar de hombres y mujeres y de una patria que carezca de valores orientadores?” (Idem).

IV. Carta de impunidad
Es lamentable tener que confesar que, entre nosotros, la corrupción ha llegado a adquirir niveles indecibles.

Casi todo lo invade y lo que es peor ha obtenido carta de impunidad y de descaro público. No es algo que se trama a la sombra, se consigue ocultamente y se disfruta con disimulo. Al revés, se trama a gritos, se consigue a la luz pública y se disfruta con ostentación y provocación, sobre todo de los que nada o muy poco tienen, o pueden tener, en este país tierra de todos.” (Idem).

V. Es corrupción
He aquí 16 modos de corrupción en República Dominicana:
“La subida inmoderada de precios de elementos fundamentales o convenientes (alimentos, vestidos, medicinas, etc.) por lucro; honorarios altísimos de profesionales que no responden ni al trabajo realizado ni a la disponibilidad de los clientes; engaños conscientes en la calidad, medida y precio de los productos; inasistencia sin razón a trabajo remunerados (responsable de centros de enseñanzas, profesores, trabajadores, oficinistas, ejecutivos, empleados de estado, etc.); gratificaciones o primas, exigidas sin motivos; ocultamientos y fraudes de impuestos; sustracción de fondos privados o público bajo diversos engaños; apropiación de beneficios distribuibles entre todos los participantes en la producción; apropiación indebida del fruto del trabajo ajeno; administración pública de la justicia por móviles ajenos a ella, políticos o económicos; compraventa infame de la dignidad ajena a través de diversos sistemas, altos y bajos de trata humana en prostitución; manejos de los medios de comunicación a base de sobornos hábiles o para objetivos ajenos a la verdad; ventas ilegales de estupefacientes a obsesivos de ellas para obtener ingresos insospechados; chantajes de todo tipo; operaciones y sociedades fantasmas; supeditación peligrosa de la estabilidad de la paz nacional, de la economía nacional y del bien común a logros parciales de partidismos políticos o de ambiciones personales sin miras superiores; y montar, sin objetivo constructivos, una política destructiva de oposición por oposición o por resentimientos.

La corrupción, pues, invade ante nosotros la vida privada y pública; el comercio, los servicios y la industria; el sector profesional y el sector administrativo estatal; las bajas, la medias y las altas esferas” (1975).

VI. Corrupción administrativa
“No es raro entre nosotros que cuando la corrupción se hace a expensas de la administración pública, se sienta menos escrúpulos y se crea menos lesiva. Al no ser fondos de alguien concreto, se figuran algunos que prácticamente son de nadie o del más aprovechado y osado, o se figuran también que al pertenecer a tantos –todos los ciudadanos de la nación- es poquísimo en lo que a cada uno se daña. Tremendo error.

En la administración pública la corrupción es más execrable, ya que el empleado del Estado es un servidor del pueblo y administrador de bienes comunes, cuya obligación primordial es servir administrando o administrar sirviendo. Él está ahí en nombre de los propietarios –los ciudadanos todos de la Nación- no para apropiárselos, ni para malversarlos, ni para dilapidarlos o arriesgarlos, ni para beneficiar políticas partidistas sino para defenderlos, custodiarlos y distribuirlos conforme a sus fines para el bien común, con honestidad e integridad.

Todo lo que no sea esto, será doble corrupción: corrupción de acción y corrupción de oficio; del que sin contemplaciones deberá ser inmediatamente alejado y castigado por su deslealtad al compromiso público asumido. En la administración pública solo pueden estar, por su misma naturaleza, los competentes y honestos” (1975).

VII. La impunidad
“Se hacen grandes esfuerzos por adecentar el aspecto institucional del poder judicial. Pero todavía hay mucha impunidad cuando se tratan casos en los que están envueltos políticos, militares, narcotraficantes y gente de dinero. Lo mismo cuando se trata de atracadores, rateros y ladrones, que en su mayoría actúan en contubernio con autoridades policiales o con políticos.

Al aumento de la sensación de inseguridad colaboran los casos escandalosos de fraudes políticos y privados que quedan impunes en la justicia. En el mismo orden, podemos señalar los casos conflictivos mas ligados a la vida cotidiana, como son la violencia contra la mujer, en los que se tiene la impresión de no contar con un ministerio público capaz y competente. Como botón de muestra, se puede señalar la insignificante cantidad de médicos legistas y forenses a escala nacional” (Mensaje 27 de Febrero, “Que la Justicia y la Paz se besen”, 2015).

Conclusión

CERTIFICO que en mi trabajo Corrupción e Impunidad todas las citas traídas en él son reproducción fiel de los textos originales de los Documentos de la Conferencia del Episcopado Dominicano a los que se refieren.

DOY FE DOY FE, en Santiago de los Caballeros al día primero (01) del mes de febrero del año del Señor dos mil diecisiete (2017). 

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