Los integrantes del sector arrocero están seriamente preocupados y razones tienen de sobra. Temen que se produzca un fuerte impacto en su contra cuando se abra espacio a la importación de ese cereal sin pago de aranceles en las aduanas, al llegar el desmonte de éstos.

Para eso no falta demasiado; se producirá en 2025. Era una fecha que parecía lejana cuando República Dominicana firmó el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Centroamérica (DR-Cafta). Muchos productores estuvieron tan despreocupados, que para ellos parecía que la fecha nunca llegaría. “Pero a cada quien le llega la hora y todo plazo se cumple”, dice el refranero.

Y ese plazo se cumplirá, salvo que se produzca una modificación del acuerdo, cosa que parece poco probable ya, a pesar de múltiples pedidos realizados desde distintos litorales en procura de ello.

“El DR-Cafta no se está renegociando, ni de ninguna manera modificando. Simplemente República Dominicana entiende que, dentro de las regulaciones del mismo existe flexibilidad para revisar la salvaguarda del rubro arroz (…), ha dicho la embajadora de República Dominicana en Estados Unidos, Sonia Guzmán. Reconoce que el arroz más allá de ser un simple producto, constituye un sistema de vida para gran porcentaje de la población, por lo que hay que dilucidar el tema cuidadosamente.

Pero lo cierto es que desde que este país se adhirió en 2003 al proceso de negociación para el establecimiento del tratado de libre comercio entre los cinco países de Centroamérica y EE.UU, “ha llovido bastaste” y transcurrido tiempo suficiente como para haber propiciado algún cambio de dirección. Y no se hizo.

Esa primera fase en la que incursionó República Dominicana concluyó a inicios de agosto del año 2004 con la suscripción del tratado puesto en vigencia el primero de marzo del año 2006 para varios países de la región y un año más tarde para la República Dominicana.

A diez años de la suscripción del acuerdo -y más nueve en ese momento- de entrar en vigencia su implementación para el país, se consideró de importancia realizar una evaluación de los resultados e impactos que dicho acuerdo había tenido para la economía local para entonces. Y lo que se venía observando ya era preocupante, especialmente porque Estados Unidos pintaba como el más beneficiado frente a la nación dominicana, lo propio que naciones de Centroamérica que en el momento de inicio del tratado, se pensó que contaban con menos condiciones que esta nación caribeña para competir y para aprovechar el acuerdo. Pero le han sacado frutos.

En ese informe (el que se hizo cuando el acuerdo llevaba 10 años caminando) se estableció que para los productos agrícolas sensibles (cárnicos, lácteos, frijoles, ajo y arroz) les sería muy difícil competir con sus pares estadounidenses a partir del primero de enero del 2025, cuando las cuotas y aranceles queden totalmente eliminados.

“Los técnicos que elaboraron el estudio realizaron varias recomendaciones para tratar de adecuar la actividad agrícola amenazada a un contexto más real sobre la apertura comercial”, rememora la revista Ruta Ganadera, en su edición enero-junio 2022.

El caso del cultivo del arroz es de particular relevancia, tomando en cuenta sus implicaciones económicas, sociales y culturales y partiendo de que es el primordial alimento de los dominicanos y el principal cultivo de la agropecuaria nacional, siendo de los pocos rubros en los que el país es autosuficiente, con una capacidad productiva instalada que permite proyectar un crecimiento por décadas.

De arroz hay alrededor de 32 mil productores y 300 industrias procesadoras que generan alrededor de 80 mil empleo directos más de 300 mil indirectos. En concreto, el arroz es la principal actividad económica en varias de las más importantes provincias del país. Es un indicativo del impacto que tiene el cultivo en términos sociales y económicos.

Hablar de arroz en este país no es cualquier cosa: En la República Dominicana, el arroz tiene una importancia y una preponderancia tan elevada que a menudo se le da, incluso, la categoría de “producto político”, por el hecho de que cualquier medida que se tome en torno a él puede tener repercusiones de alto nivel.

En torno a ese cereal, que es el de mayor consumo a nivel nacional, y el segundo más producido a nivel mundial, solo superado por el maíz, se ha ido desarrollando una industria cada vez más fuerte, que en los últimos diez o 15 años ha realizado grandes inversiones en maquinarias y equipos.

De productos de lácteo, piernas de pollo y otros

Bajo el DR-Cafta, República Dominicana ha ido eliminando los aranceles para la importación de una parte importante de los productos agrícolas originarios de EE.UU. Los aranceles y cuotas sobre productos sensibles como arroz, frijoles, piernas de pollo y ciertos productos lácteos se han ido escalonando para completarse en 2025.

La aplicación gradual del desmonte arancelario y la aplicación de las cuotas establecidas en el tratado no han sido percibidas por la población dominicana, porque son alrededor de 20 mil toneladas, 400 mil quintales que entran en partidas controladas y que tampoco se han sentido en la economía arrocera, plantea Marcelo Reyes, presidente de la Federación de Productores de Arroz (Fenarroz).

“Ahora bien, abrir el mercado generaría un impacto económico y social que no será soportable. No estamos compitiendo a la par porque estamos compitiendo con el estado norteamericano con los recursos de la ley agrícola de Estados Unidos, Farm Bill, que otorga subsidios a los productores norteamericanos, además de otros costos estructurales que tiene nuestro país, que no deberían formar parte de la producción arrocera, que estamos cargando los productores de arroz del país”, indica.

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