Desde que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) emprendió camino -en 1959- hasta el día de hoy ha desarrollado 506 proyectos en la República Dominicana.

Ha sido un recorrido de 60 años en los que ha estado enfocado hacia el mejoramiento de la vida de la población, la tecnificación del sector agrícola, la creación de programas de emergencia y gestión de desastres naturales ante eventos catastróficos y al fomento del turismo sostenible en las regiones Sureste, Este y Norte del país.

En un estudio titulado “Banco Interamericano de Desarrollo: 60 años mejorando la vida de los dominicanos”, el organismo plantea que “frente a los nuevos desafíos que presenta el desarrollo económico y social en el país, tiene el compromiso de seguir trabajando en favor de la inclusión social y la atención de la pobreza, la igualdad, la productividad, la innovación, el fortalecimiento institucional y del estado de derecho, la integración económica y la resiliencia frente a los efectos del cambio climático, entre otras áreas y actividades”.

República Dominicana es uno de los países miembros fundadores del BID y esa estrecha relación, según explica la investigación, ha permitido logros de alta relevancia, más allá de los citados anteriormente, entre ellos: la creación de programas para la nivelación de la tierra y el mejoramiento de la productividad agrícola, colaborar en la modernización de la jurisdicción de tierras, así como del Congreso Nacional, apoyar económica y técnicamente al país tras la crisis económica de 2004, intervenir en la infraestructura de la Ciudad Colonial en Santo Domingo, así como dar respaldo a las pequeñas empresas de ese punto geográfico durante el desarrollo de las obras de construcción.

El accionar y respaldo del BID se ha volcado hacia otras áreas, entre ellas la construcción de presas del país (por ejemplo Tavera y Sabaneta), respaldo a las reformas emprendedoras en educación y salud y colaboración en la creación de una estrategia para bajar la pobreza.

“Estos son solo algunos de los aportes. Estos resultados y sus derivados a través del tiempo, permiten hablar del impacto del BID en la mejora de la vida de los ciudadanos dominicanos. A principios del 2000 suma a su cartera proyectos enfocados en gobernanza y transparencia, mientras 2010 incluyó entre sus prioridades los temas de cambio climático, género y diversidad.
Las nuevas tecnologías han supuesto una oportunidad y un desafío. Son evidentes las brechas de acceso y de conocimiento de los más pobres. Debido a la incorporación de esta tendencia mundial, el BID coopera con innovaciones que contribuyan con la sostenibilidad en los distintos sectores en los que participa”, indica la investigación.

Y agrega: “Otros factores claves son la ética y la integridad por parte de los sectores públicos y privados. Estos temas han resurgido como prioridad luego de los casos notorios de corrupción denunciados en los últimos años, que desvían la mirada hacia América Latina y el Caribe”. Los inicios del BID también coinciden con el fin de la dictadura dominicana de Rafael Leonidas Trujillo y -por lo tanto- con una etapa de grandes cambios y movimientos en la institucionalidad del país. Desde sus inicios, el enfoque del Banco estuvo centrado en la persona. En sus informes de los primeros cinco años, se verifica que la razón de su creación y sus proyectos se fundamentaban en que las personas tenían la capacidad de salir de la pobreza, vía la mejora de su productividad, y aportar al desarrollo, siempre tuvieran herramientas y condiciones para eso.

Los desafíos que ayudó a superar y el trabajo sigue

Entre los desafíos que el BID ayudó al país a superar, el estudio cita la recuperación de la confianza en el entorno financiero y de cooperación internacional tras la dictadura. Esto se daba justo en el momento en que los países miembros del BID debían demostrar la viabilidad de la institución en su primera década. Algunos de los hitos del trabajo del Banco que se destacan desde su fundación hasta el 2009 son el desarrollo agropecuario (tecnificación), y el programa para la nivelación de la tierra, para mejorar la productividad.

En lo concerniente a la energía renovable aporta

Los aportes del BID también se registran desde 1962 para la parte de energía renovable. Esos aportes han permitido la modernización en la electrificación, tanto en las zonas urbanas, como en las rurales, el apoyo a la reforma del sector (como parte de las empresas públicas), y la incorporación de energías renovables. El aporte y acompañamiento del BID ha posibilitado siete megaproyectos energéticos y sus obras conexas. El más reciente aporte de 2015, consiste en el apoyo a la energización rural.

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