República Dominicana se inserta en el escenario de la transición energética con avances significativos, aunque todavía insuficientes.
La demanda energética ha crecido de la mano del desarrollo económico y urbano. A pesar del impulso en energías renovables, el 83% de la electricidad generada en 2023 provino de fuentes no renovables, con el gas natural (38.7%) y el carbón mineral (31%) a la cabeza, de acuerdo con los datos más frescos sobre el tema.
Las renovables (solar, eólica e hidroeléctrica) apenas alcanzaron el 15.1%.
El problema está en la velocidad del cambio. Las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas del sector energético y transporte representan el 30% del total nacional, y la generación eléctrica explica el 98% de esas emisiones dentro del sector energético. La matriz aún se encuentra dominada por el fuel oil y el carbón, lo que limita la capacidad del país para cumplir con su compromiso de reducción de emisiones del 27% bajo la Contribución Nacional Determinada (NDC).
Apostar por tecnologías más eficientes, combinar generación distribuida con incentivos adecuados y fortalecer políticas públicas enfocadas en sostenibilidad no es solo una necesidad ambiental, también es una oportunidad económica. Cada kilovatio ahorrado o generado de forma limpia representa menos gasto, menos contaminación y más resiliencia para el país. La transición energética impacta directamente las operaciones de las empresas. Los beneficios de este movimiento van desde mejoras reputacionales hasta mayor control de costos en energía, con sus respectivos ahorros, así como acceso a incentivos fiscales. En un entorno donde los precios de la energía tienden a aumentar y los clientes valoran cada vez más la sostenibilidad, las empresas que apuestan por energías renovables y eficiencia energética encuentran una ventaja competitiva real. Adoptar estas prácticas baja la dependencia de combustibles fósiles y minimiza la exposición a la volatilidad del mercado energético. La eficiencia energética, por su parte, permite bajar los costos operativos. Tecnologías modernas en iluminación, climatización o procesos industriales reducen el consumo eléctrico, lo que se traduce en facturas más bajas y mayor rentabilidad.
Este tipo de optimización también puede liberar recursos que se reinvierten en innovación, expansión o desarrollo de talento. Si bien los planes de sostenibilidad son una medida de altísimo valor para las empresas, estas a veces no tienen muy claro por dónde empezar.
Apagar luces o instalar bombillas, hace falta más
La eficiencia en oficinas no se limita a apagar luces o instalar bombillas led. Implica integrar la energía en la gestión cotidiana de la empresa. Comienza con la realización de auditorías energéticas para entender con precisión qué, cómo y cuánto se consume. A partir de ahí, es posible identificar áreas de mejora que reducen el impacto ambiental, así como los costos operativos. Algunas estrategias incluyen la instalación de sensores de movimiento.