Estas dos emprendedoras damas, oriundas de Sabaneta, provincia Santiago Rodríguez, saben cómo aprovechar los terrenos a través de diversos cultivos

Digna Lami y Yolanda Evangelista son mujeres a las que “el ruedo les pesa”; están acostumbradas a labrar la tierra y cosechar de ella un saludable tomate o una frondosa mata de lechuga es apenas una pequeña parte de lo que son capaces de lograr.

En El Montazo, Sabaneta-Santiago Rodríguez, son bastante conocidas y cuando por allí hay que hablar o escribir sobre huevos criollos, leche de vaca, yuca, guineos verdes, ají, tomate, repollo, lechuga, zanahoria, cilantro, yautía, cacao y chocolate, el nombre de ambas figura en la primera línea.

El tomate y la lechuga, por ejemplo, pueden cultivarse en huertos y jardines para su consumo humano. Digna tiene la capacidad de producirlos en cualquiera de esos modelos, si fuese necesario. Es algo así como una mujer “adaptable” cuando de cultivar se trata.

Temprano por la mañana, lo primero que hace Digna Lami después de levantarse es colar su café. Luego sale a trabajar. Lo hace para aportar a su hogar y su comunidad. Digna es oriunda de cuna de la Restauración (Sabaneta), un lugar donde el trabajo es un acompañante fiel de mujeres como ella.

“Lo que nosotras producimos aquí no tenemos que ir a comprarlo al mercado”, dice, con sobrada razón. Tiene la sabiduría de la mujer de campo y en cada conversación lo deja en evidencia. Los hijos de Digna son profesionales, gracias al fruto de lo cosechado en su comunidad. “Amo la tierra, porque eso viene por las venas; eso viene desde mi papá. Hemos trabajado toda la vida, aprovechando lo que puede dar la tierra, gracias al esfuerzo y empeño. Me siento orgullosa de ser campesina y de trabajar la tierra”, expresa, con marcada satisfacción. Y aprovecha el diálogo para agradecer al restaurante Ajualá y al programa estatal Supérate por permitir compartir su historia como agricultora.

Yolanda Evangelista es otra dama que también “se tira de la cama” temprano. Antes de que amanezca, justo cuando el cielo comienza a iluminarse con el alba y previo a la salida del sol, esta emprendedora señora ya está de pie.

Asiste a sus labores en la Casa Sombra, donde echa las primeras miradas a las plantaciones que tiene en cultivo controlado. Adicionalmente, se integra a las labores en una pequeña fábrica de cacao que posee.

“Gracias a las labores junto a mi esposo hemos logrado que nuestros cuatro hijos llegaran a una carrera profesional con ayuda de nuestra agricultura. Hemos logrado muchas cosas a través de poder trabajar nuestra tierra”, cuenta con una sonrisa que refleja el orgullo de sus logros. La pasión que siente por su labor es evidente en cada palabra pronunciada. La agricultura familiar que llevan de la mano tanto Digna como Yolanda es un modelo de producción agrícola en el que una familia o un grupo de familias son los principales responsables de la gestión de una unidad productiva agrícola.

En este sistema, la familia no solo trabaja la tierra, sino que también toma decisiones sobre la producción, la comercialización y la gestión de los recursos naturales. La agricultura familiar es una forma tradicional de agricultura que se ha transmitido de generación en generación y es común en muchas partes del mundo. Y en Sabaneta lo saben y “lo ejercen”.

Datos de interés

Las características clave de la agricultura familiar son más o menos estas: La tierra y la producción son propiedad y gestionadas por una o varias familias, en contraposición a modelos de agricultura corporativa o industrial.

Las familias agricultoras a menudo tienen una conexión profunda con la tierra y tienden a administrarla de manera sostenible, pensando en la conservación de recursos naturales.

La agricultura familiar suele involucra la producción de una variedad de cultivos y actividades agrícolas, como la cría de animales, la producción de alimentos para consumo propio y la venta de productos en mercados locales.

Desempeña un papel crucial en la producción de alimentos a nivel local y regional, contribuyendo a la seguridad alimentaria de las comunidades. A menudo, las explotaciones agrícolas familiares son de pequeña escala en comparación con las grandes explotaciones comerciales, pero su contribución a la producción de alimentos es significativa.

La agricultura familiar suele estar arraigada en la cultura y las tradiciones locales, y puede preservar métodos agrícolas tradicionales y variedades de cultivos autóctonos.

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