Desde las aventuras hasta la riqueza gastronómica y festivales culturales, son vivencias que sumergen a los participantes en la esencia del país

En los últimos años, República Dominicana ha obtenido mucho más provecho de la denominada economía de experiencia.

Este tipo de economía está enfocada en la creación y comercialización de vivencias memorables y emocionales para los consumidores, por encima de la simple transacción de bienes o servicios.

En República Dominicana se manifiesta a través de una variedad de actividades que buscan involucrar a los visitantes y residentes en experiencias únicas y significativas. Esto incluye, por ejemplo, el turismo de aventura, como los recorridos en ziplines por exuberantes paisajes naturales, y exploraciones en cuevas o buceo en arrecifes de coral.

Además, la oferta gastronómica local, que va desde la degustación de platos típicos hasta clases de cocina interactivas, se suma a esta economía al proporcionar experiencias sensoriales y culturales enriquecedoras.

Los festivales y eventos culturales, como el carnaval y festivales de música, no solo ofrecen entretenimiento, sino que sumergen a los participantes en la riqueza cultural del país, y generan conexiones y recuerdos perdurables.

La denominación “economía de experiencia” comenzó a cobrar relevancia en la década de 1990, especialmente gracias a la publicación del libro “The Experience Economy” (La Economía de la Experiencia) escrito por Joseph Pine II y James Gilmore en 1999. Aunque la idea de centrarse en experiencias significativas para los consumidores existía desde antes, este libro popularizó el concepto al describir cómo las empresas podían transformar servicios y bienes en experiencias memorables para atraer y retener clientes en una economía cada vez más competitiva.

Calcular con exactitud el aporte de la economía de experiencia en el país no es tarea fácil, especialmente porque hay segmentos dentro de ese sector que a menudo no se miden; sobre algunos de ellos sí existen cifras más cercanas. Por ejemplo, el Banco Central ha calculado que por cada 10,000 turistas que visitan República Dominicana, la economía recibe US$7.5 millones en divisas, US$1.8 millones al fisco y 122 habitaciones se ocupan. Hay que considerar que el turismo es una parte de la economía de experiencia.

Según el estudio titulado “Impacto del sector turismo en la economía dominicana”, de la firma Analytica y la Asociación de Hoteles y Turismo de la República Dominicana (Asonahores), en el año 2022, la actividad turística agregó al producto interno bruto (PIB) valor por US$22,190 millones. Equivale a decir, un 19 %, de acuerdo con la investigación.

El 26 de diciembre del recién pasado año 2023, República Dominicana recibió su visitante número 10 millones, lo que marcó un paso sin precedentes en el turismo del país y de toda la región.

El turismo registró a la vez más de 620 mil empleos directos y una generación de divisas estimada en poco más de 11 mil millones de dólares (dato ofrecido por el ministro de Turismo, David Collado).

República Dominicana es el país que más ha crecido en recibimiento de visitantes en la región del Caribe desde 2019 a la fecha, al pasar de 6.4 millones de visitantes a más de 10 millones; además ha sido reconocida en varias ocasiones por diferentes organizaciones internacionales como el país número uno en materia de recuperación de turismo post covid.

Otras actividades forman parte del citado tema, como las visitas a plantaciones de cacao, donde los turistas pueden participar en la producción de chocolate artesanal; la interacción con la rica vida marina a través de actividades como la observación de ballenas o la natación con delfines en entornos; visitas guiadas a sitios históricos como la Zona Colonial de Santo Domingo, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco; eventos como el Dominican Republic Jazz Festival o competiciones de surf y “kiteboarding”.

Además, entran en la economía de experiencia las visitas a pueblos y comunidades donde los turistas pueden participar en talleres de artesanía local, como la alfarería en La Romana o la creación de cigarros en Santiago; avistamiento de aves y vida silvestre (tours guiados para observar la rica diversidad de aves y la vida silvestre en reservas naturales como el Parque Nacional Jaragua o la Laguna de Oviedo), y clases interactivas de baile, como merengue o bachata, así como talleres para aprender a tocar instrumentos musicales típicos dominicanos. En fin, hay todo un mundo alrededor de la economía de experiencia al que aún no se le asigna un “número de aporte a la economía nacional”.

Uno de los pilares…

El turismo es el principal beneficiario de la economía de experiencia en República Dominicana. De acuerdo con informaciones del Ministerio de Turismo (marzo 2022) el 25% del territorio nacional está compuesto por áreas protegidas.

República Dominicana, según la misma fuente, cuenta con 29 parques nacionales, cinco sistemas montañosos y más de 200 playas.

Además del turismo, la economía de experiencia ha impulsado la innovación en el sector de servicios. Desde la transformación digital en la atención al cliente hasta la creación de espacios de entretenimiento interactivos, empresas de diferentes rubros han adaptado sus estrategias para enfocarse en ofrecer experiencias únicas y personalizadas.

Aunque la economía de experiencia ha aportado al crecimiento económico, existen desafíos. La sostenibilidad, la formación de talento humano y la inversión en infraestructura son áreas que requieren atención para garantizar un crecimiento continuo y equitativo en esta nueva economía.

La preservación de los recursos naturales, el apoyo a las comunidades locales y la promoción de prácticas turísticas responsables son fundamentales para mantener la autenticidad de las experiencias y proteger los atractivos del país.

A la vez, la formación de talento humano especializado en la creación y gestión de experiencias de calidad es esencial para una nación como esta.

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