“En aras del beneficio en diez años, debemos plantar árboles. En aras del beneficio a cien años, debemos cultivar a la gente”. Ese proverbio chino fue, como reconoció hace un mes la revista The Economist, la estrategia de desarrollo que ejecutó Ho Chi Minh, el padre fundador de Vietnam. Cuando desempolvamos los resultados de las pruebas PISA 2018, queda claro que esa estrategia emana de las enseñanzas de Confucio. Sólo hay que observar la tabla de los resultados promedio en Ciencias de esa prueba y la posición en el ranking que ocupan los asiáticos: Pekín-Shanghái-Jiangsu-Zhejiang (China) 590 (#1), Singapur 551 (#2), Macao (China) 544 (#3), Vietnam 543 (#4), Japón 529 (#6), Corea del Sur 519 (#7), Hong Kong (China) 517 (#10) y Taiwán (Provincia de China) 516 (#11).

La afamada revista trata de responderse la pregunta que encabeza su artículo del 29 de junio pasado: “¿Por qué las escuelas de Vietnam son tan buenas?” Si en las pruebas internacionales los vietnamitas no solo están superando en Ciencias a sus primos malayos y tailandeses sino también a los estudiantes de todos los países que conforman el hemisferio occidental, un área fundamental para el desarrollo y progreso de las naciones, algo están haciendo bien con su sistema de enseñanza. En las Olimpiadas Internacionales de Matemáticas de 2022, los 6 participantes vietnamitas ganaron medallas, 2 de oro, 2 de plata y 2 de bronce, lo que colocó a Vietnam en la posición 4 en el ranking mundial de medallas entre los 104 países participantes. En las Olimpiadas de Informática del Asia-Pacífico de 2022 en las que participaron 35 países, los 7 estudiantes de Vietnam ganaron medallas, 3 de oro y 4 de plata; Vietnam ocupó la tercera posición en el tablero de medallas, por debajo de China y Rusia.

Cuando se observa la magnitud del gasto público en educación y entrenamiento como % del PIB en Vietnam, no se advierte una inversión gigantesca de recursos públicos. Entre 2008 y 2022, este ha oscilado entre 3.9% y 5.7% del PIB, con una media de 4.6%. Es obvio que siendo Vietnam un país con un bajo ingreso per-cápita (38% del alcanzado por República Dominicana en 2022), exhibe uno de los niveles de efectividad de gasto público en educación más elevados del mundo, si utilizamos sus resultados de las pruebas PISA 2018 que lo colocan en una posición envidiable para cualquier país en desarrollo. A esta inversión que realiza el Estado, debemos agregar la que realizan los hogares, inducidos por el valor que las familias vietnamitas otorgan a la búsqueda del conocimiento y al prestigio que la sociedad le confiere al individuo que llegue a ser considerado como un “hombre de letras”. Si enfocamos bien el microscopio, veremos un sesgo creciente de los jóvenes vietnamitas hacia la geografía STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas), quizás porque los jóvenes y sus familias han descubierto que es allí donde se encuentran las mejores oportunidades en un mercado de trabajo dinamizado por el asombroso crecimiento económico que registra Vietnam.

Eso explica porqué el 47.1% de los 20,713 jóvenes vietnamitas que se encontraban estudiando en los “colleges” y universidades de los Estados Unidos en el año 2021-2022, estaban inscritos en las ramas de STEM, seguido de un 25.9% que estaba estudiando negocios y administración. En otras palabras, el 73% de los jóvenes vietnamitas que estudian actualmente en los EE. UU. están inscritos en las ramas de mayor importancia para seguir estimulando la transformación de Vietnam en uno de los centros mundiales de manufactura de bienes tecnológicos en el futuro.

Estas métricas nos ayudan a comprender el porqué mientras en 1993 nosotros exportamos un 8% más que Vietnam en ese año, en 2022 Vietnam exportó 2,631% más que nosotros, lo que quiere decir, que los descendientes de Ho Chi Minh exportaron 27 veces el valor exportado por República Dominicana el año pasado. Mientras en 1993, nuestras exportaciones representaron el 25% del PIB y las de Vietnam un 22.6% de su PIB, el año pasado las nuestras apenas llegaron a 12% mientras que las de Vietnam ascendieron a 91%. ¿Cómo lo lograron? Con una revolución educativa que permitió transformar las escuelas de Vietnam en unas de las más costo-efectivas del mundo.

Un estudio del Centre for Global Development de Washington encontró que mientras en 56 de 87 países en desarrollo la calidad de la educación se ha deteriorado con relación a la de los años sesenta, Vietnam ha sido de los pocos donde ha mejorado considerablemente. The Economist, haciéndose eco del estudio, achaca el éxito de Vietnam al calibre de sus maestros, “no porque sean necesariamente los mejores calificados; son simplemente los más efectivos enseñando”. Si a sus estudiantes les va bien en las pruebas, los maestros reciben buenas evaluaciones, lo que les permite optar por el título de “docente excelente”. Claro, los que fracasan, tienen que dar cuentas ante un Partido Comunista que, al igual que las familias vietnamitas, está realmente obsesionado con la educación. Ni el Partido Comunista ni las familias vietnamitas están dispuestas a permitir el secuestro intelectual de los niños y jóvenes de Vietnam a manos de maestros incapaces de enseñar. Es común ver a hogares vietnamitas pobres invertir una parte de sus bajos ingresos en contratar tutores para sus hijos, con el objetivo de que estos puedan ingresar a las escuelas con mayor cantidad de maestros que han recibido el título de “docente excelente”.
La reforma educativa de Vietnam ha fomentado la educación inicial de calidad porque allá se ha entendido que la educación sembrada en los primeros años es la que produce la mejor cosecha. No han escatimado esfuerzos en la capacitación continua. Eso explica el entrenamiento a sus maestros en la enseñanza moderna (High Touch High Tech Learning Vietnam) de las ramas STEM con el apoyo de universidades estadounidenses y asistencia financiera británica (UKAID). Como la meritocracia es un desprendimiento fundamental de las enseñanzas de Confucio, los vietnamitas han fomentado las iniciativas de sus mejores universidades públicas para la conformación de escuelas para niños y jóvenes superdotados (High School for the Gifted). El Estado ha establecido adicionalmente escuelas secundarias nacionales especializadas en Ciencias (magnet schools). Eso explica el porqué mientras en 2020 Vietnam apenas exportó US$1,159 millones de bienes tecnológicos (8% del total de sus exportaciones), el año pasado realizó exportaciones de computadoras, productos electrónicos, teléfonos y otros bienes tecnológicos ascendentes a US$159,318 millones (43% del total de sus exportaciones).

Está clarísimo que con el prolongado secuestro intelectual de nuestros niños y jóvenes ejecutado involuntariamente por maestros incapacitados para impartir docencia de calidad, nunca será posible realizar una verdadera revolución educativa en nuestro país, independientemente de que gastemos 4%, 5% o 6% del PIB. No se requieren de acciones “bukelianas” para poner fin a este secuestro. En nuestra próxima entrega, propondremos una alternativa de mano suave pero firme, para liberar a los niños y jóvenes dominicanos de este interminable secuestro que se manifiesta en las calificaciones más bajas entre todos los países del mundo que participaron en las pruebas PISA 2018.

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