San Juan, (EFE).- La haitiana Hedwige Brenord perdió a su sobrina Rose F. Moreau, de 28 años, en un naufragio cuando intentaba llegar a Puerto Rico y se le entrecorta la voz al recordarla: “huyó junto a su familia, abandonó su casa en Haití por la situación de los secuestros“.
A sus 51 años, Brenord transmitió a EFE su preocupación ante el aumento de la inestabilidad, el deterioro de la seguridad y la multiplicación de los secuestros, los robos y las violaciones en su país natal.
“Creo que la comunidad internacional lo podría hacer mejor, controlar los secuestros y brindar seguridad”, enfatizó la haitiana, residente en Estados Unidos desde hace 30 años.
Haití atraviesa una crisis sin precedentes desde el magnicidio en julio de 2021 del entonces presidente Jovenel Moïse, y está inmerso en una espiral de violencia, que la semana pasada llevó a decenas de policías a atacar la residencia del primer ministro Ariel Henry.
MÁS MUJERES SECUESTRADAS
Leonard Prophil, líder comunitario de los haitianos en Puerto Rico, alertó a EFE de que “especialmente ahora” los secuestradores buscan mujeres “porque los padres son más sensibles para las muchachas”.
El representante relató que los secuestradores tienen como objetivo personas con familiares en EE.UU. y exigen entre 20.000 y 50.000 dólares para liberarlas, algo que conoce de primera mano porque su sobrina fue secuestrada cuando tenía 23 años.
“Cuando secuestraron a mi sobrina fue un trauma para todos nosotros, porque ellos sabían que mi familia tenía personas aquí en EE.UU.”, recordó angustiado Prophil entre lágrimas.
Este creciente riesgo contra las mujeres ha llevado a un mayor número de féminas a intentar emigrar a Puerto Rico, como confirmó a EFE la Guardia Costera estadounidense en la isla.
Once mujeres haitianas, entre ellas Moreau, fallecieron el pasado 12 de mayo al hundirse la embarcación en la que viajaban a Puerto Rico, destino habitual de la migración dominicana adonde cada vez más haitianos ponen rumbo.
Según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) en 2022 llegaron en total 929 haitianos a Puerto Rico, el triple del número registrado en 2021, cuando arribaron 310.
AUMENTAN LAS MUERTES EN EL CARIBE
Estas once mujeres no han sido las únicas víctimas. Al menos 321 migrantes murieron o desaparecieron en rutas marítimas por el Caribe en 2022, una cifra récord, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Solo la mitad de los muertos y desaparecidos en 2022 pudieron ser identificados, señaló la OIM, que detalló que de este grupo 80 procedían de Haití, 69 de Cuba, 56 de República Dominicana y 25 de Venezuela.
En aguas de Puerto Rico, solo en este mes de enero, la Guardia Costera rescató a dos grupos de migrantes haitianos (el primero integrado por 55 personas y, el segundo, por 17) que fueron abandonados por contrabandistas en la isla deshabitada de Monito.
En el cementerio municipal de San Juan, donde cedieron un terreno para sepultar a los haitianos, Prophil inscribe el nombre de los fallecidos y mensajes de sus familias en las lápidas.
También trata de obtener fondos para poder pagar un entierro “digno” a sus paisanos, cuenta mientras coloca una bandera de Haití en la tumba de Rodney Junior Laguerre, un niño de tres años que falleció en un naufragio en diciembre.
FALLO EN EL SISTEMA DE ACOGIDA
Prophil denunció desde una casa de acogida de haitianos en San Juan que sus compatriotas, cuando llegan a Puerto Rico, se encuentran con obstáculos para acceder a los servicios de sanidad, educación, atención psicológica y traducción.
Una bandera grande de Haití cuelga de la sala principal de la modesta vivienda, donde hay varias camas, un baño y una cocina.
El líder comunitario detalló que los migrantes arriban a territorio puertorriqueño endeudados con las mafias que trafican con personas, a las que tienen que pagar ese monto en un determinado periodo de tiempo o sus familias corren peligro en Haití.
Él está haciendo “un estudio de mercado” con la intención de crear un restaurante haitiano en la isla para que sus paisanos puedan cocinar comida de su país de origen y ganar un dinero.
El representante instó a la población a “ponerse en los zapatos de los haitianos” y a prestar ayuda legal o psicológica a la comunidad, especialmente a legalizar su estatus.
Joslin Berquin, un migrante haitiano que lleva dos décadas viviendo en Puerto Rico, ha sufrido en sus propias carnes estos problemas: “Si tienes familiares que pueden ayudarte pues es un poco mejor, pero si no, las cosas son bien difíciles”, lamentó.