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A una semana de las elecciones presidenciales en Venezuela del 28 de julio, las expectativas crecen. Tras dos décadas y media de gobierno iniciado por Hugo Chávez, por primera vez un cambio político en el país suramericano entra en el panorama de las posibilidades.
En consecuencia, en medio de la incertidumbre y en un país donde la dinámica política y social está marcada por la polarización en los últimos años, cada uno imagina su propio escenario electoral.
De los 10 candidatos declarados, solo dos tienen un músculo electoral significativo. Nicolás Maduro, que lleva 11 años en el poder, y Edmundo González Urrutia, el candidato presidencial de la oposición venezolana, elegido por la Plataforma Unitaria Democrática (PUD) tras la descalificación de María Corina Machado.
Machado es el líder del partido político Vente Venezuela. Coalición que aboga por el liberalismo económico, un Estado mínimo, el “capitalismo popular” y el conservadurismo. Actualmente, es la que moviliza los sectores de oposición a favor de González Urrutia.
Otros ocho candidatos aparecerán en la papeleta para la presidencia. Si bien existía la posibilidad de que algunos de estos candidatos dividieran los votos de la oposición, hasta ahora ninguno de ellos supera el 2 por ciento de la intención de voto. Aun así, complican una papeleta ya de por sí confusa. Los candidatos aparecen bajo cada partido al que representan. Lo que significa que hay 38 retratos, a pesar de que hay diez candidatos.
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Muchos de los otros candidatos, como el pastor evangélico Javier Bertucci, el abogado Antonio Ecarri y el comediante Benjamín Rauseo, tratan de presentarse como una tercera vía. Reprendiendo al gobierno de Maduro, pero criticando a la Plataforma Unitaria por su estrategia o sus políticas.
Guerra de encuestas
Hasta el momento, las encuestas arrojan resultados especialmente dispares en cuanto a la preferencia electoral. Algunas reflejan una ventaja de entre 15 y 40 puntos para el candidato opositor sobre el presidente. Otras, presentadas por el propio Maduro, le otorgan un 55% de apoyo frente al 22% de González Urrutia.
Una de las encuestas más recientes, realizada por el Centro de Política y Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), proyecta alrededor de 7 millones de votos para el candidato opositor y 4,7 millones para el actual presidente. Aunque las cifras de Maduro vienen subiendo en las últimas semanas.
La economía como punto clave
Pero, en el caso venezolano, las cifras reales están en la calle. Los venezolanos dejarán claras sus intenciones en las urnas. Y es la economía el motor de la intención del voto.
Un 74 por ciento de los hogares venezolanos, según el Centro Venezolano de Estudios Agroalimentarios, reciben al menos uno de los beneficios en efectivo de los 11 programas de asistencia social del gobierno de Maduro. Esto lleva a que muchos tengan la idea de “defender” los beneficios que les da el gobierno y no apostar a un nuevo gobierno que los elimine.
Para otros venezolanos, en cambio, la solución a la crisis del país es un cambio de poder. Principalmente, uno que logre poner freno a una inflación que erosiona a diario los salarios y los ahorros (el salario mínimo venezolano no supera los $4 dólares). No son pocos los que, durante años, sobreviven tratando de alimentar a sus hijos con ingresos magros. O viendo a sus familiares morir de enfermedades prevenibles o esperando horas en filas para obtener gasolina.
Maduro tomó las riendas del país tras la muerte de Chávez, en 2013. Desde entonces, supervisa los embates de la fluctuación económica del país. De 2014 a 2021, el PIB de Venezuela se contrajo casi tres cuartas partes. El país experimenta un pequeño crecimiento desde entonces, pero sigue empantanado por la hiperinflación, una carga de deuda de 154.000 millones de dólares, una emigración masiva y un sector petrolero ralentizado.
El gobierno de Maduro y su base culpan de los problemas del país a adversarios extranjeros. Particularmente a Estados Unidos y sus estrictas sanciones económicas. Hecho que califican como una “guerra económica” contra Venezuela.
La reunificación de familias separadas por la migración también surge como un tema medular dada la enorme cantidad de venezolanos en el exterior. En su mayoría, por la búsqueda de mejores condiciones económicas.
La “rabia bolivariana” y los “comanditos”: la cosa será en la calle
Los dirigentes del partido gobernante, que aseguran ganarán “por las buenas o por las malas”, preparan a sus bases para aplicar la estrategia electoral “1×10”. Un simpatizante del partido busca diez votantes a los que vigilar el día de las elecciones para que den su voto a Maduro.
El gobierno también activará la llamada “Furia Bolivariana”. Un plan de movilización en el que participan representantes de la “unión cívica, militar y policial”.
En la otra acera, la dupla María Corina Machado-Edmundo González Urrutia lanzaron los “comanditos“. Unos equipos de trabajo que movilizarán a los electores y harán una “defensa” del voto en las presidenciales del 28 de julio. Machado dijo estar segura de contar con los venezolanos, tanto dentro como fuera del país.
Ambos sectores han pedido a sus electores quedarse en los centros de votación luego del cierre de mesas y han convocado a movilizaciones hasta el Palacio de Miraflores, sede del gobierno en Caracas, luego del anuncio de resultados, por lo que se proyecta un álgido escenario que, en años anteriores, ha derivado en violencia.
El boca a boca y el apagón mediático
Si bien los medios de comunicación son claves en los procesos electorales, la arquitectura mediática tradicional en Venezuela se quebró durante el gobierno de Maduro. La censura estatal y la autocensura de los medios privados restringen el acceso a información pluralista sobre los candidatos presidenciales, lo que a su vez impacta en la toma de decisiones del electorado.
De cara a las elecciones, el panorama mediático sigue siendo complejo, pese a que los principales actores, el partido gobernante y la oposición (agrupados en el PUD), firmaron un acuerdo sobre garantías electorales en Barbados para promover el “equilibrio” en los medios y asegurar “el acceso igualitario para todos los candidatos”, así como a los espacios públicos bajo administración estatal.
El Instituto de Investigaciones de la Comunicación denuncia que 13 de los 22 canales de televisión a nivel nacional son utilizados con fines ideológicos y propagandísticos. Para burlar este control estatal, muchos venezolanos van a los portales web para informarse. Pero según la ONG Espacio Público, 60 de los 100 medios digitales del país están bloqueados por la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (CONATEL), organismo regulador del sector. Ante este apagón mediático, muchas campañas están recurriendo a una vieja estrategia: el contacto cara a cara.
En la oposición informan sobre las propuestas de gobierno y las actividades de los candidatos a través de WhatsApp y Facebook, las redes sociales más utilizadas a nivel comunitario. Maduro, por su parte, incluso está recurriendo a TikTok, ampliando su uso de las redes sociales para presentarse como carismático y atraer a los votantes jóvenes.
¿Cómo funcionan las elecciones presidenciales de Venezuela?
¿Cómo funciona la votación?
Un total de 21.620.705 ciudadanos están habilitados para votar en las elecciones presidenciales, según la Gaceta Electoral difundida el pasado 4 de junio por el Consejo Nacional Electoral (CNE) que cerró a finales de mayo el registro definitivo.
Según la información oficial, del total de los inscritos, 21.323.253 son venezolanos que residen en el territorio nacional, 228.241 son extranjeros y 69.211, nacionales inscritos en embajadas del exterior que cumplieron los criterios para votar desde el extranjero.
Los costosos y prolongados requisitos previos impuestos por el gobierno para registrarse, la falta de información y una prueba de residencia obligatoria en un país anfitrión impiden que muchos migrantes se registren para votar. Los venezolanos que radican en Estados Unidos no tienen forma de emitir su voto, ya que los consulados de Venezuela en Estados Unidos están cerrados desde que ambos países rompieron relaciones diplomáticas en 2018.
En Venezuela, casi todos los centros de votación se encuentran en escuelas públicas, y cuentan con la vigilancia del Ejército por elementos del ejército el día de la elección. Los venezolanos votan a través de máquinas electrónicas, que registran los votos y emiten un recibo impreso. Dichos recibos se deben depositar en urnas ubicadas en los centros de votación.
¿Se contarán los votos de manera justa?
La confianza en el sistema, desde hace varios años, recibe acusaciones de manipulación del voto. No obstante, ninguna de esas acusaciones de fraude ha sido demostrada por un tercero independiente.
Después de un referendo realizado en diciembre, el gobierno señaló que más de 10 millones de votantes le habían dado un apoyo abrumador, y afirmó que había habido una enorme convocatoria, a pesar de los informes generalizados de centros de votación vacíos. El consejo electoral nunca publicó el recuento de los votos impresos emitidos por las máquinas de votación.
En 2017, la empresa internacional de software que proporcionó la tecnología electoral a Venezuela por más de una década dijo que las cifras relacionadas con el número de votantes probablemente habían sido manipuladas en una importante elección legislativa. La empresa, denominada Smartmatic, informó que el número oficial de votantes anunciado por las autoridades electorales mostraba una diferencia de, por lo menos, un millón. Desde entonces, el gobierno comenzó a usar nuevas máquinas de votación diseñadas localmente.
¿Cuándo se conocerán los resultados?
Las urnas en Venezuela normalmente abren a las 6 a.m. y cierran a las 6 p.m. Y los resultados se conocen alrededor de las 2 a.m. del día siguiente.