La actividad sísmica en la isla comenzó el 28 de diciembre del año pasado y se ha mantenido hasta la fecha

San Juan.- “En Puerto Rico nadie duerme. Acá nadie duerme dentro de las casas. Acá no hay vida. Uno vive en una pesadilla constante”.

Un mes después de que un terremoto de magnitud 6.4 afectara al sur de la isla, Margie Orengo no logra salir de ese mal sueño que la afectó a ella y a sus compatriotas el 7 de enero, tal como explicó a Efe.

Todos ellos persiguen despertar de lo que quisieran hubiera sido un mal sueño que causó miles de dólares en desperfectos y dejó en la calle a cientos de personas, que desde entonces afrontan réplicas diarias.

Estos habitantes veían cómo en un par de segundos las estructuras que los guarecieron por meses, años o décadas quedaban agrietadas completamente, perdiéndolo todo y buscando algún lugar para pernoctar ese mismo día y pasada la noche a esperas del futuro suyo y el de sus familias.

Algunos de esos lugares donde pernoctan los ciudadanos de los municipios de Guánica, Ponce, Yauco, Guayanilla y Peñuelas se ubican en áreas abiertas, como pistas atléticas, estacionamientos o zonas verdes, mientras otros se refugian en escuelas o en carpas habilitadas por el Gobierno y la Guardia Nacional.

“¿Para dónde nos vamos a ir?”, cuestionó Nancy Castro a Efe frente a la tienda de campaña que su hijo le envió desde Estados Unidos y montó en la Pista Atlética Heriberto Cruz en Guánica.

“Con esto que mi hijo me mandó, pues digo que es mi casa”, aseguró Castro, quien en su caseta de acampar suple sus necesidades básicas y cuenta hasta con un computador portátil, donde dice que rebusca información de los temblores y hasta de cómo construir una nueva vivienda resistente a sismos.

La actividad sísmica en la isla comenzó específicamente el 28 de diciembre del año pasado con un temblor de magnitud 5.1 con su epicentro al sur de Guánica, y una profundidad de un kilómetro.

Nancy Castro mientras descansa en su tienda de campaña instalada en las afueras de la Pista Atlética Heriberto Cruz, en Guánica.

Este temblor llevó a Castro a dormir en el balcón de su casa por cinco días.

Pero, el 6 de enero un nuevo temblor de magnitud 5.8 estremeció el sur de la isla, provocando la caída de decenas de viviendas en Guánica, el sismo más notable hasta que llegó el terremoto del día 7, que llevó a que miles de personas perdieran sus residencias, incluyendo la de Castro que ubica cerca de ‘El Malecón’ de Guánica.

‘Mi casa no es habitable. Cada vez que se mueve, se cae un pedazo de techo. Prácticamente no tengo casa’, lamentó Castro, quien contó además que debido a que sufre de los nervios, decidió movilizarse a la pista atlética de Guánica, pues allí, según dijo, siente menos los temblores.

En ese mismo lugar también pernoctan Marisol Echevarría Pérez junto al resto de su familia, incluyendo su hijo, Benjamín Vélez Echevarría, y dos de sus cuatro hijos, los mellizos Yandriel Mari y Yandriel Liz, ambos de 4 años.

Desalojados de manera forzosa

Todos ellos forman parte de una decena de familias y residentes que tuvieron que desalojar forzosamente los 20 apartamentos que conforman el residencial público Luis Muñoz Rivera, en Guánica, pues todas las estructuras están inhabitables, según les informaron unos ingenieros estructurales.

“Aquí estamos a la espera de si nos van a dar un apartamento o nos mantendrán aquí”, dijo Echevarría a Efe mientras le daba comida a los mellizos de una lata de ravioli que alguien les donó y su hijo llegaba de la calle trabajando para tratar de conseguir algún dinero para sostener a su familia.

“No es lo mismo estar aquí que en casa de uno. Aquí estuvo lloviendo tres días lloviendo y creó fango ahí al frente, de donde sale mucha peste’, agregó la mujer.

La pista atlética de Guánica también cuenta con servicios médicos, carpas con talleres de música, en especial de los ritmos autóctonos de bomba y plena, artistas circenses enseñándole a niños a saber caminar sobre zancos, payasos, servicio de lavandería y un área donde se recoge ropa donada para los damnificados. mi casa todo se derrumbó”, añadió.

Vivienda derrumbada.

En Ponce también temen a los temblores

En Ponce, mientras tanto, un pequeño grupo de ciudadanos se aloja en el estacionamiento que comparten el Coliseo Juan ‘Pachín’ Vicéns y el Estadio Francisco ‘Paquito’ Montaner. Entre esos hospedados está Danylo Saciuk, un ucraniano residente en Ponce desde el año 2007 y quien lleva pernoctando allí dentro de su automóvil, pues según afirmó, le brinda mayor seguridad que refugiarse dentro de una estructura de cemento. “¿Por qué nos quedamos aquí? Porque es bien difícil alejarnos de lo que es nuestro”, indicó Saciuk a Efe mientras mostraba su vehículo, en el que duerme y guarda todas sus pertenencias. “Al menos que el sitio haya quedado completamente derrumbado, uno tiene esperanzas de reconstruir. No queremos estar cerca de estructuras altas y si es de noche, no tengamos ni adonde correr”.

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