Este miércoles inició oficialmente el Cónclave en el Vaticano, con la tradicional misa matutina “Pro eligendo Pontifice” presidida por el cardenal Giovanni Battista Re.
El rito, que abre el proceso de selección del nuevo Pontífice, contó con una homilía que apeló al discernimiento, la oración y la responsabilidad de los electores. La jornada representa un momento histórico para la Iglesia católica tras el fallecimiento del papa Francisco.
A las 16:15 hora local, los 133 cardenales con derecho a voto se reunieron en la Capilla Paulina del Palacio Apostólico. Desde allí, iniciaron una procesión solemne hacia la Capilla Sixtina, entonando letanías y el himno “Veni Creator Spiritus”, invocando la guía del Espíritu Santo. Con el cierre de las puertas de la capilla comenzó la primera sesión de votación secreta.
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Fumata negra: no hubo acuerdo tras la primera votación
Cerca de las 19:30, el humo negro saliendo de la chimenea de la Capilla Sixtina confirmó que ningún candidato había alcanzado la mayoría requerida de dos tercios.
Más de 30,000 fieles reunidos en la Plaza San Pedro observaron en silencio el resultado, que prolonga la incertidumbre sobre el nombre del futuro líder de la Iglesia católica.
Los cardenales regresarán este jueves por la mañana a la Capilla Sixtina, donde podrán emitir hasta cuatro votaciones diarias (dos por la mañana y dos por la tarde) hasta lograr el consenso necesario.
Durante este periodo, permanecen recluidos en la residencia de Santa Marta, sin contacto exterior, como lo exige el protocolo del Cónclave.
La elección del nuevo Papa: un proceso milenario
Elegir al sucesor del papa Francisco requiere que al menos 89 de los 133 cardenales menores de 80 años coincidan en un nombre.
Este sistema busca asegurar una decisión unánime y guiada por la reflexión espiritual. La comunidad católica mundial sigue con atención este proceso, que ha definido la historia de la Iglesia durante siglos.
Pantallas gigantes instaladas en la Plaza San Pedro permiten a los miles de fieles presentes seguir cada momento del Cónclave. A pesar de la fumata negra, el ambiente se mantiene cargado de esperanza, oración y paciencia.
El mundo está a la espera de una nueva fumata blanca que anuncie el inicio de un nuevo capítulo en la historia eclesiástica.