Puerto Príncipe. La situación se deteriora aun más en Haití y la violencia se recrudece estos días a causa de la reanudación de la guerra entre bandas armadas que luchan por controlar el territorio de un país sumido en el caos y donde los asesinatos, los secuestros y las violaciones se han convertido en algo habitual.

El terror que siembran estos grupos armados ha provocado el cierre de escuelas y la huida de cientos de personas que viven en barrios plagados de enfrentamientos, ante la impotencia de las autoridades y de la Policía.

Unos 1,500 desplazados han instalado un nuevo campamento de refugiados en Post Marchands, a pocos kilómetros del Palacio Nacional en Puerto Príncipe, no lejos de los distritos en guerra, y allí viven en condiciones infrahumanas.

Mientras, las miles de personas que han decidido permanecer en sus hogares en esos barrios carecen de suministros básicos como agua, servicios sanitarios o seguridad.

Además, no pasa un día últimamente sin secuestros, una situación que afecta a todos los sectores, desde médicos y funcionarios a estudiantes, padres de familias y trabajadores de empresas privadas.

“Hemos notado cierta tendencia al alza en comparación con el último trimestre de 2022, cuando se produjo un descenso debido al régimen de sanciones impuesto por la comunidad internacional” a sectores que financiaban a las bandas, dice en una entrevista con EFE Gédéon Jean, responsable de Cardh, la ONG que se ocupa de documentar los casos de secuestro en Haití.

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