La muerte de Isabel II reúne en Londres a cientos de dignatarios mundiales
La muerte de Isabel II reúne en Londres a cientos de dignatarios mundiales

Teherán, 10 sep (EFE).- Mientras la mayoría de países del mundo han transmitido su pésame por la muerte de Isabel II y felicitado a Carlos III por su proclamación como rey del Reino Unido, Irán guarda un profundo silencio oficial.

Ni el líder supremo de Irán, Ali Jameneí, ni el presidente, Ebrahim Raisí, se han pronunciado ante la muerte de Isabel II a los 96 años de edad, el pasado jueves.

Tampoco lo ha hecho el Ministerio de Exteriores ni ningún otro organismo público iraní.

La televisión estatal iraní ha dedicado un tiempo mínimo con imágenes de archivo a la noticia del fallecimiento de la soberana más longeva de la historia del Reino Unido, cuyo reinado comenzó en 1952.

La noticia sí ocupó este sábado las portadas de numerosos diarios con asépticos titulares como el del periódico Ham Mihan “Nueva era en Gran Bretaña” y otros más atrevidos como el de Shargh “La muerte de la reina maliciosa”.

Un poco de historia

Isabel II visitó Irán en 1961, cuando realizó una gira por el país persa que la llevó a Teherán, Isfahan y Shiraz, un viaje que realizó con la entonces emperatriz iraní Farah Diba.

Tras la Revolución Islámica de 1979, la reina no volvería a poner pie en Irán. Su hijo Carlos, ahora monarca, visitó el país en 2004 en una misión humanitaria por el terremoto de finales de 2003 en la ciudad de Bam que causó la muerte de 41.000 personas.

La falta de contactos es un reflejo de las difíciles relaciones entre Reino Unido y la República Islámica de Irán.

«Muerte al Reino Unido» es el lema presente en cualquier manifestación convocada por las autoridades iraníes, junto a la misma amenaza proferida contra Estados Unidos e Israel.

El Reino Unido tuvo una gran influencia en el Irán monárquico, destacando la invasión británico-soviética del país en 1941 que forzó la abdicación de Reza Shá, próximo al Eje germano-italiano, a favor de su hijo, Mohamad Reza Pahlaví.

Una década después, con la nacionalización de la petrolera británica «Anglo-Iranian Oil Company», el Reino Unido tramó un golpe de Estado que, con la ayuda de EEUU, derrocó en 1953 al primer ministro Mohamad Mossadeq, una acción grabada a fuego en la opinión pública iraní.

En los últimos años las relaciones entre Teherán y Londres ha vivido numerosos desencuentros, entre ellos la captura de petroleros británicos por parte de Irán o las condenas a prisión de ciudadanos con nacionalidad británico-iraní. EFE

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