Washington, DC. Donald Trump volvió ayer a rodearse de sus asesores en el Despacho Oval a pesar de no haber superado la COVID-19, y describió como una “bendición de Dios” el haber contraído esa enfermedad, ya que ayudará a “curar” a otros.
Seis días después de dar positivo por coronavirus y menos de 48 horas después de salir del hospital, Trump regresó al epicentro del brote de COVID-19 que ya ha infectado a al menos nueve empleados de su Casa Blanca: la estrecha Ala Oeste, un apéndice de la residencia presidencial en cuyo extremo se encuentra el Despacho Oval.

El mandatario estadounidense, que según sus médicos no estará fuera de peligro hasta el próximo lunes, publicó después un vídeo en el que afirmó que contraer la COVID-19 ha sido “una bendición de Dios”.

Dijo que así ha comprobado en carne propia el efecto del cóctel experimental de anticuerpos de la farmacéutica Regeneron, que se ha aplicado a menos de diez personas fuera de ensayos clínicos.

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