Durante los días 21 y 22 del presente mes de junio la Cámara Minera y Petrolera de la República Dominicana se apresta a celebrar su congreso internacional “Agua y Minería” en interés de discutir con la mayor profundidad y objetividad posible las relaciones que deben existir entre las correctas operaciones mineras a cielo abierto y las aguas circundantes, ya que después que la sociedad ha tomado conocimiento de la importancia de la preservación de la calidad de las aguas superficiales y subterráneas, y después de que disponemos de una moderna legislación ambiental que prohíbe la contaminación de las aguas, nadie quiere que las operaciones mineras, las operaciones agrícolas, las operaciones pecuarias, las operaciones hoteleras, las operaciones industriales, las actividades urbanas, ni los vertederos de basuras pongan en peligro la calidad de las cada vez más escasas aguas de consumo humano.
Este evento científico internacional reviste gran importancia para ayudar a los operadores mineros a entender las ventajas del cuidado de las aguas circundantes a los frentes mineros, y para ayudar a muchos ambientalistas y ciudadanos a entender que no todos los minerales son químicamente iguales, ni todas las operaciones mineras son iguales, ni todas las operaciones mineras contaminan las aguas vecinas, por lo que al opinar debemos evitar generalizar en relación a los minerales presentes, a los procesos minero-metalúrgicos utilizados, y en relación a la calidad de las aguas que salen de operaciones mineras, o que tocan tangencialmente operaciones mineras, pues el único caso debidamente documentado de contaminación de aguas superficiales por operaciones mineras a cielo abierto en República Dominicana fue el caso del arroyo Margajita que salía de la antigua mina sulfurosa de la Rosario Dominicana, en Pueblo Viejo, donde el agua de lluvia producía oxidación natural de la pirita (FeS2) y de la esfalerita (ZnS) por estar expuestas superficialmente, facilitando así la liberación de azufre y óxido férrico que al entrar en las aguas del arroyo producían acidificación y coloración rojiza.
Pero este conocido caso de contaminación del arroyo Margajita por la oxidación natural de los minerales sulfurosos expuestos en superficie por operaciones mineras iniciadas 25 años antes de la promulgación de la Ley Ambiental 64-00, caso que afortunadamente ya fue resuelto, siempre fue confundido por mucha gente con la presencia de cianuro en las aguas, y desde entonces mucha gente piensa que en toda operación minera hay liberación de cianuro, o hay algún tipo de peligro para las aguas de las comunidades vecinas, y bajo esa errónea premisa mucha gente se opone a operaciones mineras en su comunidad, por lo que este congreso sobre “Agua y Minería “ representa una excelente oportunidad para que los responsables de las operaciones mineras, los funcionarios y los ambientalistas discutan abiertamente toda la verdad respecto a las aguas circundantes a las operaciones mineras, ya que el resuelto caso de la contaminación del arroyo Margajita no aplica al caudaloso río Yuna, el cual, aunque pasa tangencialmente a las operaciones mineras niquelíferas de Bonao, no recibe ningún tipo de contaminación por acidez ni por exceso de óxido férrico, porque en las operaciones mineras de Bonao no hay minerales sulfurosos susceptibles de oxidación por humedad o por lluvias, y por ello en ninguno de los frentes mineros niquelíferos de Bonao nunca se ha reportado contaminación por la operación minera.
Lo cierto es que para ayudar a construir buenas relaciones entre las empresas mineras y las comunidades vecinas es necesario que las empresas mineras mantengan un muestreo químico permanente de la calidad de las aguas superficiales y subterráneas antes de que las aguas lleguen a sus operaciones y luego de que las aguas hayan salido del entorno de sus operaciones, y compartir todos los datos hidroquímicos con las autoridades ambientales, con las autoridades del ministerio de Energía y Minas, con las autoridades locales, con las iglesias y con las comunidades vecinas, a los fines de evitar que el desconocimiento y la desinformación se asienten en la conciencia de la población, porque después de que la desinformación contamina la forma de pensar de la población es muy difícil que esa misma gente cambie voluntariamente su forma de pensar y de actuar, porque siempre quedará la duda de si la contaminación es desinformación o es descuido de la operación, y la mejor forma de evitar la desinformación de la población es facilitando que las comunidades mineras reciban la correcta información antes de emitir su opinión. l