Eran las 3:47 de la tarde cuando doña Yahaira Pérez y su hija Luz Mariel de 12 años, quien de manera tímida y cubriendo su rostro, recibió a los periodistas de elCaribe en su casa #29 del sector El Almirante, ubicado en Santo Domingo Este.

Los rayos del sol se mostraban más intensos que de costumbre y Luz Mariel, vestida de unos pantalones negros y un t-shirt de color azul cielo, manifiesta su constante miedo al rechazo de muchas miradas con las que ha tenido que convivir todos estos años, debido a una malformación congénita en su rostro.

Desde hace 12 años ha recorrido los distintos hospitales del país en busca de neurocirujanos, por padecimientos respiratorios, los cuales se han convertido en una lucha para ella y su madre, quienes a pesar de haber tocado muchas puertas, no recibían respuestas de ninguna de las autoridades.

Al día de hoy Luz Mariel ha visto una luz en el camino, quien se encuentra realizando sus últimos estudios médicos para someterse a una cirugía de reconstrucción en Corazones Unidos.

“Muchos médicos a los que acudía me decían ‘ya deje a la niña así, el procedimiento no es necesario’’, expresa Yahaira, quien constantemente dice sentirse afligida por querer ver una sonrisa en la vida de su niña.

Le encanta ir a la escuela

Constantemente, Luz Mariel se siente expuesta al rechazo si sale a la calle, a pesar de que su lugar favorito, luego de casa, es la escuela, donde manifiesta sentirse ser libre. Se levanta muy temprano en la mañana, se alista y llama a su hermano, quienes juntos van a su labor escolar, y una vez marcan las 12:00 de la tarde, vuelven a casa para ayudar a su madre en lo que pueda necesitar.

“Me encanta ir a la escuela, aunque a veces hay compañeros que se burlen de mí”, afirma.
A ella le encanta las ciencias sociales, así como tomarse fotos. En ciertas ocasiones cocina para su familia, quienes aseguran se le da muy bien.

En las tardes le gusta colaborar con su madre en el cuidado de sus hermanos más pequeños si lo necesita, considera a su progenitora como su mejor amiga; mientras que para la matriarca su hija es una chica sana, tranquila y colaboradora.

Para Mariel, en casa todo se siente seguro, es un ambiente de risa, charlas y anécdotas, donde puede ser ella misma sin prejuicios ni distinción. Sin embargo, le gustaría poder salir más a menudo a jugar y charlar con amigos, tal como hacen los demás adolescentes.

Su ilusión es ser doctora, aunque asegura que antes de eso tiene un sueño que cumplir, y es la realización de su reconstrucción facial, con la que quiere saber cómo se sentirá y como le cambiará la vida tener un rostro común y corriente.

“Sabré lo que quiero hacer después que me opere”, indica.

Una familia que ha salido desde abajo

No solo la situación emocional de Luz Mariel ha sido el único flagelo para su madre, quien ha tenido una vida llena de dolor y ha sobrevivido con osadía a las vicisitudes.

Anteriormente vivían en una casa de zinc oxidado, bloques sin pintar y donde al llover debían colocar cubetas y plásticos a la cama.

Lejanos a todo banquete, su madre solía preparar a las 12:00 de la noche un poco de ñames con aceite debido al lloro de sus pequeños por tantas horas sin comer.

Yahaira perdió a sus padres, y más adelante su sostén, el padre de sus dos primeros hijos de un infarto fulminante, quedando viuda, cargada de dolencias y sufrimientos sin tener tiempo para enlutarse, sino para buscar la manera de sobrevivir junto a sus hijos.

Cada mañana Yahaira se levantaba en nombre de sus hijos para enfrentar la vida, en búsqueda de cualquier trabajo para sobrevivir con la venta de carteras en los mercados, en la reventa de ropas de paca y en la limpieza de casas.

A pesar de haber estado soltera por casi 10 años, viviendo entre los escombros del abandono y la soledad, Yahaira nunca se rindió, siguió tocando puertas por ella y por sus niños; nunca desistió y hoy puede agradecer a Dios por la perseverancia de mantenerse firme.

Un futuro distinto

Actualmente, Luz Mariel vive con su madre y hermanos en una casa que nunca imaginó, considerada para ellos una mansión, donde puede llevar a sus amigos sin sentir vergüenza. Se encuentra llena de esperanza, tras estar a la espera de ser operada para reconstruir su rostro.

Su madre encontró el amor la estabilidad y el cariño de una pareja y un padre para sus hijos, catalogado como un ángel para esta familia.

Este próximo 27 de julio Luz Mariel cumplirá 13 años, y esta vez para la adolescente, será un año distinto ya que estará acompañado del cumplimiento de un sueño que veía lejano, donde finalmente podrá dejar atrás el calvario que ha tenido que vivir por tener un rostro distinto.

Una vez finalice el proceso y recuperación de Luz Mariel, su madre anhela asistir al Hospital Robert Reid Cabral junto a sus hijos, para entregar alimentos a los niños como parte de una ofrenda y gratitud, por estos 12 años de lucha para llevar un poco de felicidad a la vida de su hija.

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