La acumulación deficiente de habilidades durante la infancia y la juventud tiene implicaciones negativas para la productividad durante la adultez, cuando los individuos ya han ingresado al mercado laboral.
En la región de América Latina y el Caribe las habilidades no solo son bajas, sino que además están distribuidas de manera desigual entre los hogares de ingresos bajos y altos.
Así lo revela el libro “Aprender mejor: Políticas públicas para el desarrollo de habilidades”, presentado ayer por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el cual resalta que a pesar del aumento de la inversión en educación, los estudiantes de Latinoamérica y el Caribe poseen más de un año de retraso respecto de lo esperable para el nivel de desarrollo económico de la región.
“Solamente el 30% de los niños en tercer y cuarto grado en América Latina y el Caribe alcanzan el criterio mínimo de competencias matemáticas, en tanto lo logra el 66% en naciones con similar nivel de desarrollo, y el 93% en países desarrollados”.
Sostiene que los programas más exitosos son los que mejoran la calidad de las interacciones en la casa y en la escuela, que ofrecen incentivos para que los jóvenes permanezcan escolarizados, y que ayudan a las empresas a promover un ambiente de aprendizaje en el lugar de trabajo, entre otros.
“Una persona que ha tenido acceso a una adecuada estimulación durante los primeros años de su vida, buenas escuelas, universidad y empleo en una compañía formal, posee grandes ventajas en la vida”, afirmó el Vicepresidente de Sectores y Conocimiento del BID, Santiago Levy.
La publicación del BID señala que durante la primera infancia, los niños de familias de escasos recursos se ven expuestos a un vocabulario más escaso y a más comentarios negativos que sus pares de familias más pudientes.
Los programas de estímulo para estudiantes y profesores funcionan
Asegura que reducir la cantidad de alumnos por clase de 25 a 20 puede aumentar el aprendizaje anual en 15 por ciento y extender la jornada escolar de 4 a 7 horas puede hacerlo en un 10 por ciento, pero ambas medidas son costosas, aumentando el gasto en aproximadamente 20 y 60%, respectivamente. En cambio, resalta que los programas que ofrecen planes de clases para los docentes y motivan a los alumnos de manera directa son eficientes en cuanto a la promoción de habilidades y a la vez son más económicos.
Competencias de lectura aumentan rendimiento
Un conjunto de políticas que según el BID deberían analizarse son las que han demostrado alta efectividad a bajo costo: los incentivos no monetarios para los alumnos, los planes de clases y la tecnología guiada con tiempo adicional. Los incentivos pueden incrementar el esfuerzo de los alumnos con estrategias sencillas y baratas, como proveer información sobre los altos retornos de la educación y organizar competencias de lectura entre escuelas.