El Gobierno busca impactar en la calidad educativa con la entrega de computadoras a estudiantes del sector público

El componente educativo del programa “República Digital”, mediante el cual el Gobierno prepara la distribución masiva de 950 mil computadoras portátiles a igual número de estudiantes de primaria y secundaria y otras 79,500 a los profesores del sector público implica una erogación de RD$20 mil millones en los próximos tres años.

El miércoles de esta semana, el ministro de la Presidencia, Gustavo Montalvo, anunció que las primeras 55 mil unidades fueron compradas y serán entregadas próximamente en 150 centros educativos seleccionados.

Sin embargo, esta política pública que busca impactar en la calidad educativa con la incorporación de la tecnología a los procesos de enseñanza-aprendizaje, y al mismo tiempo, reducir la brecha digital, no ha rendido los resultados esperados en algunos países donde se ha implementado. Así lo establece el libro “Aprender Mejor: políticas públicas para el desarrollo de habilidades”, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el cual examina minuciosamente las políticas educativas implementadas en la región de Latinoamérica y el Caribe para presentar evidencias a los gobiernos sobre los programas que generan grandes impactos a un costo reducido.

Según la publicación presentada la semana pasada en el país, la entrega de computadoras son “una solución fácil para abordar problemas educativos difíciles” que ha tenido poco efecto en los aprendizajes en muchos países donde se ha aplicado, porque en muchos casos no se usan de forma intensiva ni pedagógicamente pertinente.

Es el caso del programa “Una laptop por niño”, implementado en Perú en el año 2007, el cual generó efectos limitados en el aprendizaje de los alumnos.

Al analizar datos recolectados tras 15 meses de implementación del programa en 319 escuelas primarias de zonas rurales de Perú, “no se encontró evidencia de efectos sobre la matrícula ni el rendimiento académico en matemática y lenguaje. Sin embargo, sí se hallaron algunos efectos positivos en habilidades cognitivas generales, medidas con las Matrices Progresivas de Raven, con un test de fluidez verbal y con una prueba de códigos”.

La evaluación demostró que las laptops, cuyo costo por unidad se acercaba a los US$200, solían usarse pocas horas a la semana en actividades de bajo impacto en las habilidades académicas.

Educa también lo ha advertido

En el país, Acción Empresarial para la Educación (Educa) ha advertido que la introducción de computadoras en la escuela no necesariamente se traduce en mejoría del aprendizaje.

Para hacer esta afirmación, la organización empresarial se basa en un estudio realizado en el 2013 por el Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE) sobre el impacto del proyecto en Uruguay. En este país, CIDE observó que el desempeño de los estudiantes, de todas las clases sociales, no mejoró ni en matemática, ni en lectura ni en habilidades de investigación o en otras destrezas vinculadas al uso del internet.

Lo que sí ha funcionado

En la publicación, el BID resalta que lo que sí ha funcionado de acuerdo a la evidencia disponible es el uso de tecnología guiada con tiempo adicional, que prevé el entrenamiento de los estudiantes en una materia específica, con el software a utilizar y el tiempo semanal de uso.

Otras intervenciones de reducido costo es la provisión de un pequeño presupuesto a las escuelas para la compra de insumos, como hojas de ejercicio, planes de clase, guías específicas para cada asignatura, libros de texto y tizas para los maestros, que con supervisión para asegurar su adecuado uso, sí produjeron mejoras en el aprendizaje.

Igualmente, la reasignación de recursos, es decir la implementación de ciertas prácticas internas de organización de los alumnos de un grado a otro en la escuela, así como la motivación mediante incentivos monetarios o no monetarios para maestros y alumnos y las sesiones de tutoría individuales para los alumnos.

Según el BID, las intervenciones que cuestan menos de US$5 por punto de aprendizaje se consideran de costo “bajo”. Las que cuestan entre US$5 y US$15 se consideran de costo “medio” y las que cuestan más de US$15 por punto de aprendizaje se consideran de costo “alto”. El costo por punto de aprendizaje se calcula dividiendo el costo estimado por el efecto estimado en puntos de aprendizaje para cada intervención.

Al evaluar cuatro intervenciones centradas en proporcionar insumos como cuadernos y tiza en Gambia, Kenia, India e Indonesia, se encontró aumentos en el aprendizaje que oscilan entre 2 y 11 puntos de aprendizaje. Los costos asociados por alumno al año son bajos (entre US$6 y US$50). La otra intervención tiene que ver con la provisión de planes de clase a los maestros, implementada en Brasil, Chile, Estados Unidos e Inglaterra, documentaron efectos positivos de entre 1 a 21 puntos de aprendizaje.

El BID plantea que los gobiernos deberían ser cautos con las intervenciones caras “que pueden sonar muy bien pero que solo producen impactos limitados en el aprendizaje”.

En Perú hubo fallas con formación y conectividad

Sobre el tema, la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), publicó en su portal que en Perú “la falta de conectividad, la cantidad limitada de recursos educativos disponibles en las máquinas, el escaso tiempo de formación docente y las dudas respecto a la posibilidad de uso de las computadoras en el hogar, han restado oportunidades de aprendizaje para los estudiantes”. En 2010, Christoph Derndorfer, cofundador en Austria del programa “Una Laptop por Niño” (One Laptop Per Child – OLPC), también lanzó duras críticas al programa aplicado en Perú, ya que el 5% de las escuelas que habían recibido las computadoras para la fecha, ni siquiera tenían electricidad y en términos de acceso a Internet, sólo el 1,4% de las escuelas estaban conectadas. Tampoco se tenía una base de datos para determinar la identidad de los niños a los que se les entregaba los equipos, sumado a las deficiencias en su mantenimiento.

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