Parques capitalinos: herencia de Trujillo y Joaquín Balaguer

La vida en sociedad requiere de espacios donde socializar para lograr la integración; es así como los parques, más que servir de áreas para esparcimiento, juegan un rol trascendental en el desarrollo de las comunidades. La primera ciudad del nuevo&#82

La vida en sociedad requiere de espacios donde socializar para lograr la integración; es así como los parques, más que servir de áreas para esparcimiento, juegan un rol trascendental en el desarrollo de las comunidades. La primera ciudad del nuevo mundo cuenta con parques tan importantes que tienen 500 años de historia, como lo es el levantado en honor a Cristóbal Colón y otros que han sido escenario de luchas nacionalistas como el Independencia y San Carlos.

elCaribe recorrió los nueve parques más emblemáticos de la provincia Santo Domingo y el Distrito Nacional para constatar los cambios que han experimentado estos espacios públicos y el estado en que se encuentran.

Existe un factor común en cinco de los parques del Gran Santo Domingo: fueron construidos en el siglo XX, en los gobiernos de Rafael Leónidas Trujillo y Joaquín Balaguer.

Si bien es cierto que algunos brillan por su limpieza y buen mantenimiento, otros han perdido su esplendor convirtiéndose en campamentos de vagabundos y lugares para mercadear placeres sexuales. Estas y otras razones han hecho que estos lugares de escape sean menos frecuentados en estos tiempos.

Estrenándose como presidente de la República, Rafael Leónidas Trujillo inauguró el parque Enriquillo, el 17 de agosto 1930, antes llamado Julia Molina, en honor a su madre, pero su construcción se atribuye a su antecesor Horacio Vásquez. Pese a los remozamientos realizados, el más reciente fue el año pasado, este espacio ubicado en el populoso sector de Villa Francisca aún no sale de la arrabalización a la que ha estado sometido.

Es así como el parque, que lleva el nombre del indígena que se sublevó contra el maltrato que ejercían los españoles, es punto de prostitución y su alrededor condenado a un desorden vial aumentado por las paradas de autobuses que abundan en la zona.

Otro parque, de esa época que hoy sirve de albergue a enfermos mentales es el Braulio Álvarez. “Mucha gente ha dejado de visitar este lugar por el tipo de cosas que aquí se ven y tampoco hay policías municipales para evitarlas”, cuenta José Castillo, chofer de la parada con destino a Villa Altagracia que opera en los alrededores de este espacio ubicado en Villa Consuelo.

Uno de sus mayores atractivos es el puente circular que sirve de paseo al visitante, pero el mismo no se puede disfrutar porque funciona como baño de los indigentes. La construcción del Expreso 27 de Febrero ha quitado visibilidad a este lugar recreativo ubicado entre las calles Tunti Cáceres, Juan Pablo Pina y Sánchez Valverde, levantado en homenaje a Braulio Álvarez, militar dominicano que luchó a favor de la Restauración.

Baja interacción en parques

Un referente de esparcimiento en la ciudad de Santo Domingo lo fue el parque hoy llamado Eugenio María de Hostos, inaugurado el 26 de diciembre del 1937 con el nombre original Ramfis Trujillo. Conocido por sus actividades artísticas, recreativas, educativas, políticas y ferias, este parque, con vista al mar Caribe llegó a congregar a personas de diferentes estatus social y edades. La pista de patinaje y la piscina que formaban parte de su diseño original atraían a muchos.

Este espacio ha sido sometido a varias transformaciones. Su diseño arquitectónico se debe a Guillermo González. En 1959 fue remodelado por el ingeniero Joaquín Canaán. En 1978 lo volvieron a remozar, en el gobierno de Antonio Guzmán Fernández. En la sindicatura de Roberto Salcedo, en 2013, fue intervenido con una inversión que rondó los 70 millones de pesos.

Ubicado en Ciudad Nueva, frente a la Plaza Juan Barón, este parque de amplias aceras y asientos de cemento, luce un ornato bien cuidado y todo su conjunto, que incluye juegos infantiles y área para ejercitarse, exhibe buenas condiciones.

Es el lugar predilecto para el residente Freddy Julbe recrearse y leer los periódicos. Extraña aquellos tiempos donde el parque reunía un gran número de personas que disfrutaban de un programa de actividades, como lo fue la Lucha Libre.

Otro parque construido en el mandato del tirano es Las Palmas, en Santo Domingo Este, así se llamó por la cantidad de plantas de esa especie sembradas, algunas de las cuales todavía permanecen. Posteriormente se le colocó el nombre de Juan Almonte.

El comunitario Juan Sabino asegura que cuando llegó por primera vez a Los Mina Sur a la edad de 10 años, en la década de los 50, ya el parque estaba allí bordeado por las calles Sabana Larga, Francisco Segura Sandoval y Respaldo R. Ureña. Los residentes deploran que el lugar se haya convertido en un dormitorio de indigentes y enfermos mentales.

Un salto a Santo Domingo Oeste, encontramos el parque Las Caobas o Los Coquitos: un espacio de recreación que se construyó cercano a una parroquia, como se acostumbraba. Comunitarios de la zona coinciden en que el mismo fue levantado a mediado de los 70. El área recreativa está cercada con maya ciclónica y se encuentra sumergida en un deterioro progresivo.

Parques más viejos

Antes de crearse estos parques existían otros que datan de siglos anteriores. El más antiguo de todos es el parque Colón. Construido en 1506, forma parte del Patrimonio de la Humanidad junto a la Zona Colonial. También fue conocido con el nombre Plaza Mayor de Santo Domingo.

Desde la época colonial hasta estos tiempos este espacio, levantado en reconocimiento al almirante Cristóbal Colón, sigue atrayendo a los habitantes de la antigua ciudad y en la actualidad recibe cientos de turistas.

Y si hablamos de parques que fueron asientos para forjar la identidad dominicana hay que mencionar a San Carlos Borromeo, el cual junto a la iglesia que lleva el mismo nombre, jugó un papel preponderante en el movimiento independentista incluso en la guerra de 1965. Aunque no luce tan atractivo sigue reuniendo a jóvenes que buscan “botar el golpe” y a los más mayores que se sientan a recodar su época.

En tanto, Santo Domingo Norte cuenta con un espacio recreativo que expresa su pintoresca cultura. Construido en 1888, al lado de la iglesia Espíritu Santo, el parque Ramón Matías Mella es uno de los atractivos culturales más importantes de Villa Mella. Munícipes como el profesor Ramón Rosario(Coco) lamenta que no se puede disfrutar al máximo por la ola de delincuencia que afecta el país.

Mientras en el Distrito Nacional uno de los lugares mas emblemáticos es el parque Independencia. Su construcción se remonta a 1912 y su diseño original es autoría del arquitecto Antonín Nechodona. Registros históricos de la Central del Datos OGM, lo describen en ese entonces con una glorieta en su centro y una llamativa fuente que le aportaban un toque romántico. Pero una remodelación, que tuvo lugar en 1976, cambió drásticamente su aspecto. Este lugar reviste importancia, por ser símbolo de lucha de la Independencia Nacional y por reposar en el Altar de la Patria los restos de los próceres Juan Pablo Duarte, Ramón Matías Mella y Francisco del Rosario Sánchez, cuyas cenizas fueron llevadas desde la Puerta del Conde hasta este mausoleo. Este referente geográfico, donde nace el kilómetro 0, atrae a turistas y a nacionales pese a su controversial verja que le quita visibilidad.

Urbanista explica baja asistencia 

A diferencia de los pueblos, los parques de la ciudad de Santo Domingo ya no son tan frecuentados por los capitalinos. El urbanista Cristóbal Valdez considera que la inseguridad ciudadana ha influido en este comportamiento.

Explica que la localización de estos espacios, construidos cuando la ciudad no era tan poblada, dificulta la interacción continua con la comunidad.

“Tienen que estar en el medio y conectados con otras actividades para que sea un parque”, puntualiza.

Considera que el gobierno local debe contar con programas para poder mantener activa la participación de los ciudadanos con sus parques. Para ellos es importante, según cuenta, no descuidar la limpieza y mantenimiento.

También deberá coordinar con las juntas de vecinos las actividades. “Porque no hay cosa que se arrabalice más rápido que algo que todo el mundo entiende que no es de nadie y que es de todo el mundo, que tú no identificas de quién es ”, indica.

Entiende que bajo ningún concepto los parques pueden ser verjados, como ocurrió con el Independencia. “Ese parque se puede encontrar como un elemento presencial en cada uno de los acontecimientos que se planteaban, si iban a tumbar a Juan Bosch ahí era que se hacían los mítines, si era que lo iban a rescatar ahí estaban los mítines, si era el 14 Junio protestando en los años del Triunvirato ahí estaba el Parque Independencia, donde Francisco Alberto Caamaño hacía sus discursos, era en el Parque Independencia”, destaca el arquitecto. Asegura que las verjas le quitaron su potencialidad y lo aisló de la comunidad. Espera que el alcalde del Distrito Nacional, David Collado, tome la decisión de volver abrirlo como estaba antes.

Posted in Edición Impresa, País

Más de edicion-impresa

Más leídas de edicion-impresa

Las Más leídas